Es una realidad constatada que en la ciudad de Vigo nadie conoce a Elena Muñoz. Asimismo, es una realidad que ella tampoco conoce la ciudad de la que ha resultado candidata por capricho de Núñez Feijóo, presidente de la Xunta de Galicia y, posiblemente, aspirante a responsabilidades todavía más altas.
La designación de Elena Muñoz no deja de ser, como ya hemos comentado en otra ocasión en este mismo medio, un desprecio para el que sí debiera haber sido el candidato, Chema Figueroa, y, también, un desprecio para la propia ciudad de Vigo.
Feijóo se ha equivocado, sin duda, y los que ahora aplauden en los actos de precampaña y dicen arropar a la candidata, está por ver que realmente voten a Elena Muñoz cuando llegue el momento de la verdad, porque la condición secreta del voto encubrirá esa tendencia que todo el mundo comenta, dentro y fuera del partido.
El fracaso de la candidata Muñoz está cantado dentro y fuera de sus filas. Falta de capacidad y de la empatía necesaria para convencer y contactar, Elena Muñoz sólo consigue llamar la atención por sus desatinos, algunos de ellos realmente hilarantes. Así las cosas, no es extraño que nadie quisiera formar parte de su lista, porque el descalabro que previsiblemente conllevará no será, precisamente, una buena página para el currículum político de quienes aspiran, cuanto menos, a mantenerse a salvo.
A excepción de Chema Figueroa, Miguel Fidalgo, Marian García, Marta iglesias y Teresa Egerique, que realmente gozan del respeto general, incluso fuera del partido, la lista del PP parece confeccionada a base de personas sin experiencia y con un perfil político muy bajo, personas, en definitiva, sin nada que perder, con muchas ganas de hacerse un hueco, o incluso quizá obligados a enrolarse en este viaje al fracaso.
En mi opinión, a Elena Muñoz la han forzado a presentarse como candidata, seguramente para quitársela de encima, y la lista parece confeccionada, como digo, con las excepciones que acabo de comentar, con quienes menos tienen que perder. Se puede afirmar, por lo tanto, que Elena Muñoz —o quienes le mueven los hilos— ha conseguido reunir la tripulación necesaria para acompañarla en un naufragio político colectivo que tendrá lugar el próximo veinticuatro de mayo. Lo que a muchas personas también nos intriga es si Elena Muñoz tendrá la capacidad necesaria para pilotar la oposición política municipal del Partido Popular frente a un Abel Caballero lleno de experiencia política en todos los ámbitos y viguista por los cuatro costados, un hueso muy difícil de roer. ¿Quién del Partido Popular tendrá la valentía de recoger los despojos de ese naufragio político ahora anunciado y propiciado por ellos mismos?