Desde la instauración de la democracia, las libertades han ido ganando terreno. Pero lo que hace falta es que esas libertades, tan tan alabadas y tan necesarias en la vida democrática, tengan los límites del respeto por los demás, sea cual fuere su tendencia política o religiosa, su raza, o su condición social. Esa es la condición indispensable. Y la fotografía da buena cuenta de la convivencia pacífica que existe en España y que en otros tiempos hubiera sido imposible. Quedan, sin embargo, reductos de incomprensión que siguen haciendo válido aquel poema de Antonio Machado: “Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, que una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.