María Corina Porro Martínez (Ferrol, A Coruña, 1953) es la delegada de la Xunta de Galicia en la ciudad de Vigo. Un cargo que no tiene mucho sentido y que sólo sirve para el agradecimiento por los servicios prestados, o para comprar el silencio.
Igual que su anterior cargo como Presidenta del Consello Económico e Social de Galicia, para el que no estaba preparada académicamente; o su cargo como Presidenta de la Autoridad Portuaria de Vigo, para el que tampoco estaba preparada. La única titulación oficial de Corina Porro es la de Técnico Auxiliar de Enfermería (ciclo medio). Su carrera política se remonta al año 1995, cuando entra a formar parte del gobierno municipal de Vigo como concejala, con Manuel Pérez como alcalde. Entonces inicia una carrera política meteórica cuando Manuel Fraga la apadrina y la nombra Directora Xeral de Servicios Sociais de la Xunta de Galicia. Después ocupa el cargo de Conselleira de Asuntos Sociais de la Xunta de Galicia, y a continuación se convierte en alcaldesa de la ciudad de Vigo, pero no con los votos de las urnas, sino mediante una moción de confianza al que era alcalde en aquel momento, Ventura Pérez Mariño. Mientras le dura el cargo de alcaldesa lo compagina con el de Senadora. Sin embargo, pierde las siguientes elecciones, aunque continúa siendo Senadora hasta que renuncia a ese cargo para ocupar la Presidencia de la Autoridad Portuaria de Vigo por designación expresa del presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, con sus correspondientes privilegios y con un sueldo desorbitado que a nadie le resulta justificado.
Por su parte, Abel Ramón Caballero Álvarez (Ponteareas, 1946) tiene una dilatada formación académica perfectamente documentada. Es doctor en economía por la Universidad de Cambridge y por la Universidad de Santiago de Compostela, es máster en economía por la Universidad de Essex, es catedrático de Teoría Económica en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Vigo, tiene el título de oficial de Marina Mercante, y habla inglés correctamente, además del gallego. Ha sido ministro de Transportes, Turismo y Comunicaciones y también ha sido diputado en las Cortes Españolas.
Es obvio que la diferencia del currículum de Corina Porro con el de Abel Caballero, el alcalde electo de la ciudad de Vigo y al que todo el mundo señala como un ejemplo a seguir y que es envidiado por todas las ciudades de España, resulta abismal, abrumadora. La comparación de ambos curriculums es aplastante.
Además, Corina Porro demuestra estar muy mal asesorada. Ha montado un “Nadal solidario” pretendiendo contrarrestar las luces de Abel Caballero sin tener en cuenta que quienes vienen de fuera —e incluso una gran parte de la ciudadanía de Vigo— ven ese montaje como algo que forma parte del conjunto de la ciudad de Abel Caballero, es decir, que el “Nadal solidario” también contribuye a engrandecer la imagen de su rival político. Lo más sorprendente es que Corina Porro, en su incapacidad de desbancarlo, en su impotencia, ha hecho unas declaraciones en las que ha dicho que Abel Caballero “morirá de éxito como Jesús Gil y Gil”, el que fue polémico alcalde de Marbella. Está claro que no ha tenido en cuenta ni las diferencias que hemos comentado ni tampoco la enorme valía de un alcalde al que por sus logros y por su defensa a ultranza de la ciudad de Vigo también le votan —mal que le pese a Corina Porro, a su partido y al propio Núñez Feijóo— una gran mayoría de los simpatizantes y militantes del Partido Popular de la ciudad. Porque Abel Caballero, además de ser un brillante gestor que sabe dinamizar y publicitar la ciudad que representa, creando empleo y riqueza, es, también, un hombre absolutamente honrado y libre de toda sospecha —de lo contrario ya lo hubieran arrinconado—, pero condición dudosa, en cambio, en otras personas que se atreven a criticarlo. Abel Caballero tiene enorme éxito como alcalde, cierto, pero ese éxito que trasciende las fronteras es, también, el de la propia ciudadanía de Vigo, que lo ha votado, que lo seguirá apoyando en las urnas, y que lo hará pasar a la historia en un lugar muy destacado y merecido, mientras las arrugas del paso del tiempo se ocuparán en dejar estas controversias que ahora comentamos y a quienes las provocan en el olvido más profundo.