Aunque parezca exagerado, conozco algunas personas de Vigo que van tomando nota de las promesas pendientes del actual gobierno municipal y, en paralelo, las que ya se han llevado a cabo. En otras palabras, las realidades frente a lo que esas personas llaman fantasmadas.
En el haber está todo ese empeño, cacareado a los cuatro vientos, que consiste en eliminar las barreras arquitectónicas y urbanísticas de la ciudad, todos esos ascensores, rampas y escaleras mecánicas que se han instalado en distintas localizaciones de la urbe, fundamentalmente, con dinero de Europa. Además, también están apuntadas las humanizaciones llenas de jardineras con plantas que se marchitan o roban al poco tiempo después de hacer la foto de la inauguración. Y también la cada vez más controvertida Navidad, aplaudida sobre todo por foráneos y por una gran parte del sector hotelero y hostelero, porque realmente es un gran negocio, pero que ha conseguido que el resto de la ciudadanía deteste la Navidad.
En esa lista, la parte del debe quizá no sea mucho más larga, pero sí es tanto o más importante. Se incluye la remodelación y la urbanización de la Praza de España y su entorno, la Avenida de Madrid, el Barrio do Cura, la Panificadora, la salida sur, la llegada del tren de alta velocidad, y un sin fin. Sin olvidar el PXOM (Plan Xeral de Ordenación Municipal), que nunca llega a transformarse en una realidad y ya se empieza a pensar que realmente no interesa que funcione porque nadie comprende la interminable discusión con la Xunta de Galicia; si dos quieren siempre llegan al entendimiento. Cierto es que algunas cosas pendientes de la lista no dependen exclusivamente del Concello, pero el Concello es el que tiene que luchar por gestionar esos asuntos pendientes, sabiendo gestionar, dialogar y negociar, el resto son, como vulgarmente se dice, milongas.
Finalmente, como colofón, conviene aclarar que la ciudadanía vería de buen agrado la conexión ferroviaria con el puerto y con Bouzas. En la actualidad, existen soluciones para no romper la ciudad. El tren es algo indispensable y Vigo es algo más que Citroën, sin menosprecio, porque antes de Citroën ya existía el puerto. Porque no se puede plantear un relleno indiscriminado de la ría ni tampoco la construcción de rascacielos para servir de almacenes de coches pendientes de la exportación; tendrán que buscar otras soluciones. Y no basta con hacer propaganda política a través de algunos medios de comunicación, hay que enfrentarse a una realidad que tarde o temprano saldrá a la luz con el paso del tiempo; la historia se encargará de poner a cada uno en su sitio. Alguien dijo en cierta ocasión que el actual alcalde nunca hace nada que él no vaya a inaugurar, y quizá sea preciso darle la razón.