Disclaimer. Si aún no has visto la película y tienes intención de verla, no sigas leyendo.
Estudié en la Universidad de Navarra a finales de la primera década de los 2000. Entonces ETA seguía matando, no con el frenético ritmo de los 80, pero sí con la suficiente alegría como para que el rector y ciertos compañeros llevaran escolta. Solo viví un intento de aborto de atentado: una furgoneta con pintura roja manchó las paredes del edificio de letras. Fue suficiente para que la gente de fuera de territorios vascos se alarmara por nosotros.
En aquel momento, no éramos muy conscientes de que estábamos viviendo los últimos coletazos de una banda que se dedicó a matar por motivos políticos: por la liberación de un pueblo de la opresión de otros que también mataban.
En todo caso la película, sin grandes alardes visuales, es capaz de meterte en el centro de Donosti de las herrikotabernas, en la estética borroka de los jóvenes militantes de ETA y en la sobriedad de una policía discreta. Nada en la pantalla llama la atención, pero es que la pretensión es esa: crear un filme que, sin ser un documental, nos meta al espectador de lleno en ese Euskadi de los 90.
Teniendo a Tosar en reparto, con tantas grandes interpretaciones a sus espaldas, la calidad de la película estaba asegurada antes de sentarte en la butaca. No es el peor papel del juez de “Mareas Vivas” de la TVG, pero es una interpretación anodina en alguien que ha tenido tantos personajes icónicos durante toda su carrera. Lo normal en alguien de su tamaño.
Pero el foco hay que ponerlo todo en nuestra protagonista: la racial Carolina Yuste, esa que nos hizo tocar el cielo. Una mujer fuerte en un cuerpo frágil. Es complejo pensar en la idea de la elección de la infiltrada real: una chica que no llamara la atención ni por guapa, ni por fea, ni alta ni baja. Con una personalidad definida, pero sin excentricidades y que, a la vez, no levantara sospechas en el entorno duro de ETA. Y Carolina Yuste, es esa mujer.
No me quiero imaginar el miedo que vivió la policía en la que se base la película cuando tuvo que convivir con verdaderos carniceros de los años del miedo. Lo que es vivir con una bala para ti en la otra habitación y seguir con tu vida de empleada de una pollería que va a la “erriko” con los colegas de chacolís y celebra los asesinatos de sus propios compañeros. Cómo es saber durante años que el día que abres los ojos, puede ser el que te descubran y termines en un bosque con un tiro en la nuca. Que nadie va a encontrarte. Que no tendrás honores de funerales de Estado. Y sobre todo, que has perdido los años de tu juventud, viviendo una vida de mentira por una causa que, aunque tenga fin, tú no tendrás ningún tipo de recompensa social por haberte sacrificado.
Creo que Carolina Yuste cumple a la perfección con su papel, pero igual que a Tosar, no creo que estén interpretando un personaje relevante en sus carreras.
Da la sensación que la elección de una mujer fue ex profeso por parte de los altos cargos de la policía, pero al final el personaje de Tosar parece que confiesa que fue ella la que más lejos llegó frente a sus compañeros hombres. Parecía que en aquel momento la lucha contra ETA y la propia organización terrorista eran cosa de hombres: ministros del PP encorbatados por un lado, mandos alfa de la policía por otra y aguerridos “gudaris” hombres vascos en las filas de la banda.
Nadie parecía creer en el aquel momento que la deposición de las armas pasara por la información recabada por una mujer. Como si el problema vasco fuera cosa de hombres.
También me gusto mucho (esta es una opinión personalísima) la figura de la policía embarazada que daba apoyo a la infiltrada. Como sé puede defender un Estado de derecho siendo mujer y madre a pesar de las reticencias de la sociedad y de tus propios compañeros.
No sé si las generaciones más jóvenes que no conocieron la España donde una banda terrorista mató en 72 horas a un joven concejal de Ermua ha ido a ver la película. No sé qué lectura harán de la misma. Si les parecerá más normal que el infiltrado de la policía fuera mujer o si serán capaces de comprender un conflicto dentro de tu propio país que dejaba muertos por doquier.
Soy una gran defensora del cine español. Creo que las historias que cuenta nuestro cine sobre nuestro pasado, reciente o no tan presente, son siempre bienvenidas y necesarias. Y esta es una historia de las que merece ser contada por la mano de una mujer, la directora Aranzazu Berradre Marín.