En 2016 el nuevo paralelismo se establece con el griego PASOK. Los agoreros, que no analistas, imaginan la extinción del PSOE o al menos su residualización.
Una tercera especie preconizan que el sueño de Podemos se convierta en la pesadilla de los socialistas. Para ello acuden al argot económico de la Italia de los ochenta, cuando el PIB de Italia supera al de Gran Bretaña. Este adelantamiento tuvo su adaptación política, en el campo de la Demoscopia, bajo la acepción de superación en la intención de voto.
El caso es que en 1979 la llegada de Thatcher en Gran Bretaña y Reagan en USA suponen la inversión del ciclo de políticas gubernamentales socialdemócratas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Las socialdemocracias escandinavas, alemana y austríaca que apadrinaron el posSuresnes declinaron. Figuras señeras como Bruno Kreisky, Olaf Palme, Willy Brand o François Miterrand desaparecieron sin relevo. A Felipe González ya le tocó entenderse con Helmut Kohl.
El PSOE hoy se mueve en la horquilla electoral de sus homólogos de la UE, en torno al 20-30 % del voto. Esos partidos resisten y en algún caso gobiernan mediante la fórmula de coalición. No desaparecen.
El mayor desafío que tiene la socialdemocracia europea para sobrevivir es la globalización parcial del espacio de la UE, el europeismo convergente con aquellas opciones con las que históricamente ha contendido . Desde esta perspectiva el PSOE no resulta excepcional. Esta no es una historia de héroes y villanos.