Después de un período vacacional sin estar en contacto con Vds, queridos lectores, me reincorporo de nuevo a esta querida tribuna. Mucho se está hablando estos días de un beso. Uno en concreto que le robó un sujeto con pinta de gañán/mozo de mulas a una mujer bajo su mando. Pero este beso no me interesa en absoluto.
Yo quería hablarles de otros besos. Y para grandes besos hay que acudir a Hollywood. En ‘la fábrica de los sueños’ sí que se besaba bien. De chavales, aún con la censura vigente, veíamos (cuando no los cortaban) besos importantes en la gran pantalla que nos servía como academia para aplicar luego en nuestros escarceos amorosos.
Un beso importante fue el de Burt Lancaster y Deborah Kerr entre las olas en la orilla de una playa hawaiana. Un beso absolutamente adúltero entre el sargento Warden del regimiento (en la base de Pearl Harbour) y la esposa de su superior. Fue un beso muy caliente y muy salado. La película era ‘De aquí a la eternidad’ y fue dirigida por Fred Zinnemann en 1941.
Pero no podemos olvidar otros besos como por ejemplo el de ‘Casablanca’ entre Rick e Ilsa (Bogart y Bergman) cuando eran felices en París, poco antes de que el ejercito alemán entrara en sus calles. La frase famosa de Bogart, «los alemanes iban de gris y tú ibas vestida de azul», está absolutamente cargada de poesía. ¡Qué buenos eran los guionistas del cine de aquella época!
Pero en la animación para pequeños también hubo besos muy celebrados, como el de ‘La dama y el vagabundo’, cinta producida por Walt Disney en 1955. En la escena donde la elegante spaniel Lady y Tramp, el perro callejero, comienzan a comer de un plato de espaguetis, y ambos van tirando del mismo hasta que se juntan su morros en un beso inesperado. Es una grandísima escena de los ‘cartoons’ producidos por Disney.
Un beso trágico que anunciaba la muerte del besado fue entre dos hombres en ‘El Padrino II’, cuando Michael Corleone agarra con fuerza a su hermano y le besa mientras dice: «sé que fuiste tú Fredo, me destrozaste el corazón», acusándolo de una grave traición. Pocas escenas más tarde Fredo abandonaría este mundo debido a una intoxicación por plomo.
Pero el beso más importante de estas líneas es el protagonizado por dos máximos mandatarios del Pacto de Varsovia, alianza comunista equivalente a la OTAN, durante la Guerra Fría. Los implicados eran Leonidas Brezhnev y Erich Honecher, líderes de la URSS y RDA respectivamente.
Este ósculo se produjo en octubre de 1979, en un viaje de Brezhnev al Berlin Oriental, para celebrar los 30 años de vida de la República Democrática Alemana (RDA). Contaban un chiste en aquella época en la URSS, en el que se decía que Brezhnev tras despedir a un político que no era de su agrado decía: «Es un político malísimo pero qué bien besa».
Hay que aclarar que ‘el beso soviético’ no lo implantó Brezhnev sino Josep Stalin, y es que el líder georgiano en despedidas aderezadas de entusiasmo, solía plantar sus hermosos bigotes sobre los morros de su despedido.
Este beso se hizo más famoso cuando el artista ruso Dimitri Vrubel lo pintó en 1990, recién caído el muro berlinés. Cuando en 2010 pude conocer la capital alemana tuve la ocasión de ver la obra en una porción del muro que habían conservado.
Así que yo sugeriría que no nos dejemos manipular por el poder, y nos preocupemos por besos importantes y trascendentes y no por ‘piquitos’ de tres al cuarto.