Ojalá que tengan razón quienes consideran –por intereses creados y sin rigor científico- que la incidencia de las acciones del hombre en el calentamiento global es mínima o nula. Porque como el futuro del mundo dependa de decisiones honestas y desinteresadas de los seres humanos y la política, ya puede tomar la Tierra impulso por sí misma para alejar un par de grados su órbita del sol.
Yo, que he asistido a varias reuniones de la comunidad de vecinos, doy el fin del mundo por descontado. Acabaremos con nuestra existencia sin necesidad de meteorito alguno. No hay más que ver como el clima y el ambiente mundial se calientan cada vez más, llegando a ser febriles. Y la fiebre da paso al delirio.
Delirantes y desternillantes son las actuaciones a las que asistimos en primera línea catódica y ahora a pie de calle, en la lucha por la Moncloa. Alucinaciones, ideas absurdas, incoherencias y grandes promesas para todos y todas. Esto está que arde y tras las elecciones se pondrá al rojo vivo. Pronto veremos a Rajoy “bandeando” para conservar la presidencia del Gobierno, en unas negociaciones candentes que contribuirán sin medida al inevitable calentamiento global.
Pobre Tierra, que hablas mientras esos seres bípedos “racionales” minúsculos no te escuchan. Qué breve por tus cuentas se te hará el tiempo en el que te acompañamos en la inmensidad del universo. Otra vez sola. Pero mejor que mal acompañada.