La autonomía andaluza ha sido tradicionalmente un feudo del Partido Socialista, que ha permanecido imbatible en todas las legislaturas y ahora sigue en pie con una mujer al frente: Susana Díaz. El gran rival, el Partido Popular, no ha sido capaz de arrebatarle la mayoría; por el contrario, ha salido perdiendo un gran número de votantes.
El pueblo andaluz está integrado mayoritariamente por una clase trabajadora que difícilmente iba a confiar en un Partido Popular que identifica con los señoritos. Pero, curiosamente, también ha demostrado que no confía plenamente en Izquierda Unida ni mayoritariamente en otras opciones similares.
Quienes han irrumpido con enorme impacto en estas elecciones han sido dos fuerzas políticas de nueva firma: Ciudadanos y Podemos. Ciudadanos ha conseguido aglutinar el voto descontento del Partido Popular que no confía en Podemos y mucho menos en Izquierda Unida. Y el partido de Pablo Iglesias, por su parte, ha demostrado que tiene una enorme respuesta popular, capaz de llegar al Congreso de los Diputados a través de unas elecciones generales.
El mapa político andaluz queda, por lo tanto, repartido entre el Partido Socialista, que revalida su hegemonía con Susana Díaz al frente, el Partido Popular, Podemos, Ciudadanos e Izquierda Unida. UPD, en cambio, es la gran perdedora en estas elecciones autonómicas de Andalucía, y al igual que Izquierda Unida, tendrá que replantearse sus programas y estrategias si quiere seguir existiendo en el resto del territorio español, puesto que estas elecciones son la antesala de lo que puede producirse en un futuro en un ámbito más general.
En resumen, PSOE, Ciudadanos y Podemos han salido ganando, y el Partido Popular e Izquierda Unida han salido perdiendo. Destacando el hecho de que UPD queda fuera del panorama político andaluz. Así las cosas, puede deducirse, y no resulta baladí, que Andalucía ha dado un voto de confianza al PSOE, que revalida su posición a pesar de unas acciones políticas que no han conseguido mitigar la intensa crisis que se vive en esa comunidad autónoma, con una enorme corrupción y con unos abusos derivados de un poder demasiado dilatado en el tiempo, pero Andalucía, en definitiva, sigue siendo un feudo del Partido Socialista, ahora con una mujer al frente.