Con permiso del gran historietista Ibáñez vayamos tejiendo una fábula. Imaginemos que el doctor Bacterio al servicio de la TIA, agencia de inteligencia transmutada, propia de la Guerra Fría, hubiera ella misma igualmente transmutado en esta posguerra fría y resolviera combatir el cambio climático, basado en la nueva fe negativa; a la par que por tortuoso procedimiento combatir los virus, creando transitoriamente el Planeta Virus.
Para ello, en la fábula, Bacterio y sus compinches habrían acudido al subarriendo de la agente Anarcoma, criatura travesti del también inefable historietista Nazario.
Inspirados por el pensamiento expresado en dos aforismos atribuídos respectivamente a Teresa de Jesús y al aguerrido Ignacio de Loyola. En el primer caso dice, Dios escribe derecho con renglones torcidos. En el segundo, el fin justifica los medios.
Por esa senda transitan Bacterio y Anarcoma diseñando y esparciendo el virus letal y global con el fin de salvar el Planeta, intentando dar la batalla final.
En efecto, mediante una profilaxis antivírica totalitaria, consistente en un estado de sitio universal, consiguen paralizar la mayor parte del transporte aéreo, marítimo y terrestre, también la industria y los servicios, inmovilizando a la población mediante medidas penales de arresto domiciliario preventivo sine die.
En efecto, a las pocas semanas la siembra del virus habría devenido terapia de salvación para el enfermo verdadero, el Planeta. Los mares y ríos empezaban a respirar aire menos contaminado, los cielos aparecían despejados y más limpios,fauna y flora iban mejorando su fatiga acumulada, el virus había resultado terapia benefactora y poco a poco se iba eliminando como se elimina un fármaco por el paciente en su convalecencia.
En esta brevísima fábula quiero recordar irónicamente la lectura de Percy en Oceanía con dos citas que le acompañaban de alto voltaje político; la una de San Agustín que dice, en toda ciudad sitiada cualquier disidencia es traición. Y la última, de José Stalin, en el día de su onomástica, que dice, más vale equivocarse con el Partido que tener la razón fuera del Partido.
Y este artículo si honra el nombre del Blog, por egregiamente distópico.