El desarrollo de la ciudad de Vigo no ha resultado fácil con todas las fuerzas en contra durante décadas. A pesar de todo, el tirón del comercio, de la industria y de la actividad portuaria han contribuido a que siguiera creciendo y mantuviera su liderazgo como ciudad más grande e industrial de Galicia.
En otros tiempos que han quedado atrás, la Xunta de Galicia, la Zona Franca, el Puerto de Vigo, la Deputación de Pontevedra, y a veces incluso el propio Concello con su inacción, han frenado el desarrollo. Hoy, la Xunta de Galicia continúa poniendo palos en las ruedas, aunque sea de un modo sibilino. La Zona Franca, con David Regades al frente, se ha convertido en un cooperante importante e indispensable. El Puerto de Vigo ha dejado de ser un lastre y una plataforma de promoción política, y la labor de López Veiga como responsable, en estos momentos, resulta profesional, admirable y adecuada a lo que la ciudadanía viguesa desea para su puerto. La Deputación de Pontevedra, con Carmela Silva al frente, juega ahora un papel muy importante y decisivo no sólo en el desarrollo de todas las poblaciones de la provincia de Pontevedra, sino también en la ciudad de Vigo. Y el propio Concello de la ciudad, en manos del PSOE y con Abel Caballero al frente, nunca ha mostrado tanta firmeza en la defensa de la ciudad y en su evolución urbanística y humana, de tal modo que ha conseguido que la ciudadanía viguesa sienta el orgullo de su propia ciudad.
El Partido Popular desperdició las oportunidades que las urnas le dieron en un pasado y que serán muy difíciles que vuelva a conseguir, porque carece de personas que puedan liderar el cambio en la ciudad, porque carece de auténtico programa, y porque con la postura de enfrentamientos continuos —y la inmensa mayoría sin motivo— no gana, precisamente, el respeto de una ciudadanía que apoya la realidad actual de la ciudad. Así las cosas, está muy claro que ha valido la pena el esfuerzo de la ciudad de Vigo por crecer al margen de las dificultades.