En aquella época muchos jóvenes gallegos creimos que el estatuto abriría una época de progreso en todos los órdenes para nuestra tierra y que al gobernarla «dende eiquí» ya no se producirían las injusticias históricas que achacábamos al gobierno centralista de Madrid.
En el aspecto de nuestro medio natural, imaginamos que nuestro montes iban a estar mucho mejor gestionados, que las especies autóctonas sustituirían al «maldito eucalipto» y que los incendios serían cosa del pasado. Craso error.
Hoy 34 años después seguimos viendo nuestros montes en muchas zonas de Galicia con las cicatrices de los últimos incendios más o menos recientes, con restos de árboles quemados y con los brotes de nuevos eucaliptos.
Por otro lado la política del gobierno de Santiago al respecto ha sido la de dotar cada vez con más presupuesto la partida de cuadrillas para apagar incendios, ya sean accidentales o provocados.
Por todo ello algunos ciudadanos nos preguntamos:
¿Dónde está la política de prevención para un uso razonable de nuestros montes? Muchos de nuestros bosques siguen sin limpiar y son la yesca ideal para que cualquier desaprensivo pueda hacer su «machada». Es más, nuestro montes siguen en muchos casos en producción para suministrar madera de poca calidad cuyo destino será la pasta de papel.
Estos bosques pueden ser fuente de producción de electricidad a través de centrales de biomasa, son capaces de producir maderas de calidad e incluso en muchos casos servir de albergue a especies de ganado que estén adaptadas al medio.
Hoy, 34 años después debemos hacernos más preguntas: ¿por qué la administración regional no cumple con su papel?. ¿Nuestros políticos regionales se preocupan por los intereses de la ciudadanía o sus intereses son otros?
Queríamos una administración cercana, eficaz y honesta y soportamos una que es poco eficiente, muy cara y en ocasiones corrupta.