Durante un tiempo, los desodorantes en barra de la misma marca utilizaban un reclamo que indicaba ser para “verdaderos hombres”, como si hubiera hombres verdaderos y hombres falsos, o, dicho de otra manera, hombres de primera categoría y hombres de segunda.
Todo esto resulta muy chocante en una época en la que se intenta alcanzar la igualdad, el respeto sin diferencia de género. Cada persona, hombre o mujer, es libre de elegir sus desodorantes o sus colonias; hoy ya no debieran existir prejuicios, ni siquiera en esas cuestiones ni tampoco en ninguna otra. Los hombres —los “tíos”, tal como reza el anuncio— pueden oler bien, por supuesto —y esa cosmética huele muy bien—, pero al mismo tiempo también pueden desprender un tufillo machista y pestilente que no ayuda, precisamente, a que un producto se venda mejor.