El teatro cine Fraga, de Vigo, estuvo veinte años cerrado sin que las autoridades movieran ficha o dijeran algo. Parecía que a nadie importaba. Sin embargo, llegaron las últimas elecciones y el Partido Popular incluyó en su programa la recuperación del inmueble para la ciudad de Vigo. Entonces nadie dijo nada y la población lo vio como una gran idea. Así las cosas, cuando llegó el momento, el Partido Popular cumplió su promesa electoral.
Lo curioso del asunto es que cuando llegó el momento de firmar la compra con la entidad propietaria, Abanca, y no antes, el PSOE de Vigo entró en una situación de efervescencia y convocó con urgencia un pleno monográfico para reclamar la cesión —gratuita— para la ciudad. Todo ello en el mismo momento, firma y protesta. En mi opinión, y no soy precisamente votante del Partido Popular, me pareció un pataleo y una actitud ridícula; en definitiva, lo mejor para perder votos.
Toda la ciudadanía de Vigo, sin tener en cuenta las inclinaciones políticas, considera un acierto esa recuperación que se llevó a cabo, por supuesto, con un dinero que es de todas las gallegas y los gallegos. Lo cierto es que es una buena inversión que traerá sus frutos culturales a la ciudad. Y su dueño, ABANCA, estaba claro que no lo iba a regalar. Cabe preguntarse por qué el PSOE no hizo nada durante esos veinte años. ¿Por qué ahora ese pataleo?
Pero este varapalo no ha venido solo porque ha coincidido con el descarte de Vigo como sede del Mundial de Fútbol. Es algo que hace tiempo que ya se sabía extraoficialmente y, por lo tanto, no resultó tanta sorpresa. Está claro que alguien falló en las gestiones y no creo que nadie tenga nada en contra de Vigo.
Lo que también resulta curioso y coincidente es que ahora, en una emisora local, están anunciando continuamente el logro del Partido Popular con la compra del Fraga, y eso suena como una bofetada para quienes patalean. Yo opino que lo del Fraga es bueno para la ciudad de Vigo y estoy convencido de que esa opinión es compartida por la mayoría de la ciudadanía, con independencia de la tendencia del voto, que no va a cambiar. El resto, ya digo, es un pataleo totalmente ridículo.