Abel, casi al final de su vida política, ha encontrado el cargo que se le ajusta como un guante a su personalidad. Caballero ha conseguido poner de acuerdo a dos tercios de vigueses que creen en su proyecto de ciudad (algo difícil de conseguir en Vigo) y que ahora están orgullosos del lugar donde viven.
El alcalde vigués se caracteriza por su dedicación y trabajo, por la cercanía a la ciudadanía, por tener una idea sobre el Vigo que quiere a 10-15 años vista y sobre todo por la defensa cerrada de su ciudad.
Es por todo ello que mientras gobierne D. Abel la oposición apenas contará con respaldo ciudadano. Los resultados no mienten, el ‘gran’ partido que tiene que fiscalizar la gestión del ejecutivo vigués ha logrado el pasado domingo la cifra de… ‘4’ concejales.
En la noche del domingo se podía ver a una compungida Elena Muñoz diciendo a cámara que “se abría un período de reflexión para analizar los datos y entender qué ocurrió”.
Si doña Elena me lo permite le podría aportar alguna consideración al respecto. En primer lugar, para pelear con un peso pesado como Abel Caballero el PP necesitaría un púgil con presencia y categoría demostradas para que la contienda tendiera a igualarse. No vale cualquiera y si es un capricho de Núñez Feijóo menos aún.
En segundo lugar, la candidata conservadora no ha enganchado en ningún momento con la gente de Vigo, sus propuestas eran poco creíbles y daba la sensación que ni la propia Elena confiaba en ellas.
Y en tercer lugar, y lo más importante, es que la señora Muñoz siempre ha estado más preocupada por las consignas políticas que venían de Santiago que por las preocupaciones de la ciudadanía viguesa, algo consustancial al PP vigués. El alcalde lo ha dicho claramente, y es que eso a la hora de los votos te penaliza con severidad. El ejemplo más claro fue el sabotaje del Área Metropolitana por parte del presidente de la Xunta de Galicia. Doña Elena entonces achacó el fin del Área a la gestión de Caballero respecto al transporte metropolitano.
Así que ahora a doña Elena Muñoz solo le queda presentar su dimisión y poner el PP local en manos de una gestora hasta que se vote su sustituto, por tanto el futuro de este partido en nuestra ciudad es muy, muy negro.
Respecto al PP de Galicia el futuro no es tan malo pero tampoco está muy claro. El Partido Popular gallego pierde dos puntos respecto a 2015, queda a medio punto del PSdeG, las grandes ciudades están en manos de la izquierda y puede perder su (única) diputación baltariana.
Extrapolando los resultados del 26-M a las autonómicas del próximo año el señor Núñez no conseguiría la mayoría absoluta, lo que supondría su salida del cargo. Y si esto sucediera, ¿qué va a ser de don Alberto? En la madrileña calle Génova la silla está ocupada al menos para los próximos cuatro años.
Yo del señor Núñez Feijóo iría hablando con José María Aznar para ver qué tiene que hacer con su C.V. para poder dar (y cobrar) conferencias en la Universidad de Georgetown.