El catalán xenófobo que manifestó: «Evidentemente, vivimos ocupados por los españoles desde 1714» fue acogido con sonrisas por el presidente del gobierno español.
El segregacionista catalán que aseveró: «Los españoles solo saben expoliar» fue albergado por el máximo dirigente español en la Moncloa.
El supremacista catalán que twitteó: «Franceses y españoles comparten la misma concepción aniquiladora de las naciones que malviven en sus estados» fue admitido por el secretario general socialista en su residencia oficial.
Desde esta tribuna quiero decirle a mi presidente: que el que usted ande escaso de diputados no le da derecho con su actitud a faltarme al respeto a mí y a más de 40 millones de españoles.
Si no estoy equivocado la máxima divisa de un partido socialista es la «igualdad» de la que usted habla tan a menudo. Pues con su conducta benefactora con el racista catalán que usted recibió en su casa, lo que ha hecho es pisotear esa igualdad para beneficiar a una parte de Cataluña que está de acuerdo con las asquerosas frases antes mencionadas.
El nazionalismo catalán (con zeta) lo que pretende es una sociedad de «catalanes puros» con todos los derechos y una subpoblación de inferiores con origen en el resto de España cuyo único derecho sea pagar impuestos.
De ahí a que te cosan una estrella en la bocamanga va solo un pasito.
Y eso, Sr. Sánchez, NO es socialismo.