El anuncio del gobierno gallego para esta nueva legislatura que comienza en agosto de 2020 ha creado cierta expectación. El presidente Núñez Feijóo ha esperado hasta el último minuto para hacer pública un lista en la que no se esperaban grandes cambios. Una de las principales novedades ha sido la creación de la Consellería de Emprego, cuya responsabilidad recae en María Jesús Lorenzana Somoza, que también asumirá Igualdade.
Sin embargo, la mayor sorpresa ha surgido con el cambio de las personas responsables de Sanidade y de Educación, los cargos más complejos y controvertidos en estos momentos de la pandemia del Covid19. Ambos cambios han puesto de manifiesto los puntos más débiles del gabinete de Núñez Feijóo, los frentes más afectados.
El sector de sanidad ha sido motivo de numerosas críticas durante los momentos más duros, sin saber todavía cómo va a evolucionar el aumento de casos en la comunidad gallega. La situación permanece aparentemente controlada, pero Vázquez Almuiña, hasta ahora conselleiro de Sanidade, ha resultado bastante quemado por la crisis sanitaria, a pesar de ser una persona que siempre ha contado con una aceptación general de la sociedad gallega.
Pero los mayores ataques al gobierno apuntaban a Carmen Pomar, que estaba asumiendo las competencias de la Consellería de Educación en unos momentos muy complejos, con un inicio de curso repleto de normas que —-hasta ahora—- han resultado controvertidas, con numerosos interrogantes, y un descontento enorme y generalizado.
El Covid19 no sólo ha afectado a sanidad y a la educación, sino también al mercado laboral y a la economía. Por lo tanto, es necesario un movimiento conjunto de fichas para ganar una partida de enorme complejidad incluso para toda España y el resto del mundo. Así las cosas, con estos cambios realizados en las consellerías de Sanidade y Educación el presidente Núñez Feijóo inicia una nueva legislatura tratando de frenar las críticas más voraces.
En Sanidade ha designado a Julio García Comesaña, una persona que ya ha demostrado su experiencia en diversos cargos de gestión hospitalaria en la provincia de Ourense y en Vigo, pero que aún no se sabe cómo va a ser capaz de enfrentarse a un trabajo similar, pero de dimensiones mucho mayores y con unos problemas para los que no existen soluciones milagrosas.
En Educación, Núñez Feijóo ha vuelto a contar con un hombre de su confianza, Román Rodríguez, que ya tuvo la misma responsabilidad en otra legislatura anterior, pero que ahora se enfrenta al colectivo del profesorado, al que se ha estado confundiendo con el anuncio de medidas poco precisas y a veces contradictorias y que aún desconoce cómo va a afrontar unas clases que nadie sabe si van a ser presenciales o telemáticas; al colectivo del alumnado, que aún desconoce el porcentaje de clases presenciales y de materias que se pretenden ofrecer por vía telemática, ni tampoco la oferta horaria de sus cursos; y sin olvidar el colectivo de las familias, que desconoce cómo se va a poder conciliar la vida académica y la familiar. Con unos protocolos de seguridad nada claros y nada fáciles de cumplir y respetar. Todos los colectivos afectados están descontentos con una gestión que ha sido indecisa y llena de notorias contrariedades. Román Rodríguez se enfrenta a un inicio de curso peligroso en todos los frentes. Todo el mundo cuenta con que muchos centros tendrán que ir cerrando sus puertas a las pocas semanas del comienzo del curso, como consecuencia de los contagios derivados de unas deficientes medidas de seguridad. El nuevo conselleiro de Educación tiene experiencia, pero en condiciones normales. En esta ocasión le ha tocado un buen marrón.
En mi opinión, Núñez Feijóo intenta frenar los descontentos, pero ya veremos si él y su equipo tienen capacidad para encontrar soluciones reales a los problemas de sanidad y educación. Por lo pronto, en el terreno de la sanidad, los contagios en Galicia siguen en aumento y pueden llegar a alcanzar niveles críticos. En educación, quedan muy pocos días para el comienzo del curso y quedan muchas decisiones por tomar.
El tiempo dirá si todos estos cambios y novedades del gobierno de Núñez Feijóo servirán para poner soluciones reales a los problemas o simplemente se quedarán en medidas de contención de cara a la galería. No cabe demasiado sitio para el optimismo.