El término no se ajusta a ninguna definición concreta, ya que proliferan nuevos formatos a cada cual más variados, eso sí, en líneas generales, todos buscan el entretenimiento a través del morbo y el sensacionalismo, exhibiendo personajes que no sienten ningún apego hacia su intimidad personal.
No es mi intención censurar este tipo de espacios, después de todo sus grandes audiencias los respaldan. Pero la reflexión es la de por qué cuentan con ese gran número de seguidores. ¿No hay opciones televisivas más… (pónganle ustedes el adjetivo)?
Creo que todo empezó con aquel programa titulado “Esta noche cruzamos el Missisipi”, ¿lo recuerdan? Sí, hombre, aquel en el que salían las “Mama Chicho”. Después apareció Sardá con sus “Crónicas Marcianas”, entrevistando a personajes pintorescos tipo “La Veneno”, y más tarde a los “grandes hermanos” que por unos duros se ponían a caldo en directo.
“Gran Hermano” dilapidó todos los records de audiencia, manteniendo a un gran sector de ciudadanos pendientes de las andanzas domésticas de un montón de individuos sin oficio ni beneficio conocido que mostraban sin pudor todas sus facetas. Eso sí, una vez finalizada su participación, venía recoger la siembra y pasearse por los platós desvelando más vergüenzas o fotografiándose para determinadas revistas por otros cuatro duretes más. Pero es que tenían un público entregado pendiente de sus avatares, y la audiencia decide, ¿no?
A partir de ahí, se han ido sucediendo infinidad de alternativas para que los aburridos televidentes pasen un buen rato de su preciado tiempo entretenidos con las desgracias o alegrías ajenas. Así es como lo justifican los promotores de estos proyectos.
Para todo aquel al que le pueda interesar, ha surgido una iniciativa llamada “Quemando España” que se rebela contra este tipo de espacios y sus contenidos, levantando de la tumba a escritores como Cervantes, Valle-Inclán, Quevedo, Lorca o Becquer. ¿Cuál es su objetivo? Pues nada menos que el de hacer ver a la población que apoyando la “telebasura” estamos quemando España y nuestra cultura a favor de la ignorancia y el chabacanismo. Que mientras apenas prestamos atención a la divulgación científica o a los espacios culturales, escuchamos con dedicación la narración de la última separación de Belén Esteban o las discusiones de Kiko Rivera con alguno de sus hermanos toreros.
Mientras todo esto ocurre, la educación, la sanidad, las tasas de desempleo, los desahucios, la precariedad laboral, la escasa ayuda a la dependencia, el apoyo a la investigación de enfermedades, la emigración de nuestros talentos, el hambre ya instaurado en algunos hogares, la escasez de agua potable en algunos países del mundo, la defensa de los derechos de los animales, el cambio climático, la violencia doméstica, los incendios provocados, la contaminación de los ríos, los escándalos de corrupción etc., etc., etc. dejan de preocuparnos temporalmente. Dicen algunos que ahí radica el misterio de por qué estos programas disparan las audiencias.