Es por tanto una horterada aquello vulgar y de mal gusto, ajeno a la armonía, al encaje, a la composición, al cultivo del conocimiento y a las facultades intelectuales del hombre, cuyo resultado produce en las personas, con cierta sensibilidad y poso cultural, un fuerte rechazo, una feroz repulsión, o llanamente un cabreo de cojones.
Viene esto a cuento de la noticia del asesinato con absoluta alevosía, del bello macizo arbóreo que felizmente presidía la amplia rotonda de Coia y que, ante la mayor impunidad, deprecio y desconsideración a los vecinos, no solo más próximos, sino de todos los vigueses y foráneos con un mínimo de sensibilidad, pretende ser sustituido por un barco de pesca, concretamente el rehabilitado «Bernardo Alfageme», al que se «fondeará» de forma absolutamente demencial, en su hábitat natural, o sea, el centro de una rotonda de tráfico, sin poder visitarlo tras una remodelación que nos ha costado a los vigueses cerca de quince años y de medio millón de euros, a los que añadir otros 300.000 que costará toda la «maniobra de atraque», a lo que habrá que sumar lo que haya que gastar para volver a poner rumbo a puerto, cuando el horterismo deje de ser bandera de quien toma tamañas decisiones y de quienes las consienten, y todo ello cuando el Museo del Mar (pan para quien no tiene dientes), su habitat natural, bien en su interior o en su embarcadero, por poco fondo del que disponga pues se puede atracar sobre flotadores, solo ha servido hasta ahora para que alguien se siente en sus bordes a tocarse los cataplines.
Lo grave es que ello no se trata de un caso aislado, ya que también se nos anuncia que, ya que Vigo es incapaz de gestionar inversión alguna para el remate de la estación, la cubierta del proyecto de Mayne será sustituida ¡por un campo de fútbol! (Leri in memoriam), lo que viene a poner de manifiesto que las últimas horteradas en nuevas rotondas de la ciudad (Gran Vía – Baleares, etc.) no eran flor de un día, y todo ello en la ciudad del NO, pero ¿cuál es el valor del NO en esta «cidade fermosa»?.
Al tiempo de ver como se destruía el equilibrado y armónico conjunto arbóreo instalado en Coia, para bien de todos los vigueses, y pieza importante a la hora de juzgar el que vivamos o no en una «cidade fermosa», recogía en correos el libro que me remitía mi amigo Luis Espada, valedor de noso pobo, sobre «O asociacionismo cultural no municipio de Vigo». Visto lo visto, casi apetece dar la razón, por razones obvias, a quienes hacen la sagaz observación: Será cultural o será Vigo, pero todo junto parece no casar demasiado. Aseguran el amigo Espada y su equipo, que en Vigo, de 2001 a 2014, se ha pasado de 112 asociaciones culturales a 207, y de defensa del medio ambiente y animales de 13 a 23.
La premeditación del asesinato del macizo en cuestión y su sustitución por el restaurado pesquero de altura, era ya algo de dominio público, pues al ser una decisión política (aunque contra Pleno), siguió el camino habitual de lanzar, antes de hacer nada, todo el «regalo» a los cuatro vientos, con la mala fortuna de que, por regla general, no se suele materializar promesa alguna interesante, y que en este caso no obstante, desgraciadamente, el anuncio se ha hecho realidad, algo también habitual en nuestra ciudad, en la que solo suelen tomar cuerpo, errores, chabacanadas y horteradas urbi et orbe. Pues bien, ¿de que valen las decisiones tomadas en Pleno por nuestra Corporación?, ¿dónde estaban y donde están las 230 asociaciones «culturales» que algo tendrán que decir al respecto?, ¿únicamente manifestaciones de vecinos en una ciudad que se manifiesta por las mayores bobadas?, ¿a los demás no nos va nada?. ¿Es que acaso de la solemne horterada participa gozosamente la representación cultural de la ciudad?, ¿Pasará lo mismo con el anunciado campo de fútbol?, ¿Son esos los anhelos y aspiraciones de los vigueses?, ¿Es eso vivir en una «cidade fermosa»?, pero ¿Es que aquí alguien ha viajado algo?, ¿Alguien ha visto algo fuera de su ombligo?.
Finalmente, no me resisto, porque viene a cuento, a citar algún dato del libro de nuestro «Valedor», cuando hace una relación de las asociaciones ciudadanas que nos adornan. Hay una, concretamente «A Asociación para a difusión das artes plásticas e o diseño», muy apropiada a lo expuesto, fundada en 1999, a la que no pertenece ¡nadie!, no obstante goza de instalaciones disponibles (of course).
¡Canta herba para apañar!…