Mi relación con Julio Alonso se inició de la mano del pasamiento de mi tío abuelo y padrino, profesor de matemáticas en el instituto Santa Irene, Rufo Pérez, de quien Julio Alonso fue alumno. La persona de contacto que nos presentó fue el poeta Manuel Vidal Villaverde.
Hablo de finales del 2011. Rufo Pérez falleció un mes de Santos del citado año. En el acto desarrollado, en el paraninfo del Santa Irene cumplido un año para concelebrar la memoria del incombustible Rufo, su antiguo alumno y amigo Julio Alonso haría la propuesta ritual y necesaria, también de motu propio, ante el auditorio y sociedad viguesa de un espacio público dedicado al viejo profesor de matemáticas que le inmortalizase en la memoria de los vigueses.
Desde su columna en Atlántico diario atizaba el brasero para que la propuesta no decayese. Asimismo me presentó a la periodista Ana Baena, redactora igualmente de Atlántico. Ambos y el periodista Fernando Franco en Faro de Vigo, juntamente con quien suscribe estas líneas, no perdimos folgos en cuanto al propósito arriba enunciado.
Por supuesto con la colaboración de muchos amigos nuestros y de los que aún quedaban de Rufo Pérez, entre otros, el por entonces cronista de la ciudad de Vigo, Lalo Vázquez Gil o el escritor Xosé Luis Méndez Ferrín.
El objetivo se consiguió con un Paseo junto al río Lagares en un tramo que arranca del Pontillón. Julio Alonso puso la puntilla al objetivo alcanzado con un delicioso artículo en Atlántico, donde ejercía de columnista.
En tiempo presente, Julio sigue ejerciente en el periodismo digital en VIGOÉ como articulista de prestigio, fiel a la cita con sus lectores, cultivados a lo largo de una ejecutoria añosa.
A modo de cierre de estas breves líneas añadir que tengo en las manos un ejemplar dedicado de su libro «De vivos e de Mortos», colección de relatos breves en lengua gallega publicados por Ir Indo en el 2008.
Dejo esta pausa y reanudo tan sabrosa lectura, amigos.