Esta imagen actual corresponde a la estación de autobuses de Vigo. El panorama que presenta es bastante desalentador, con independencia de la afluencia de público, según las horas del día. El deterioro del edificio es notable, igual que el mal gusto en su diseño. Sorprende, por lo tanto, el anuncio del presidente de la Xunta de Galicia, Núñez Feijóo, al hablar de su futura remodelación para albergar un aparcamiento, una residencia de día, y una guardería.
El anuncio suena, sin duda, a pancarta electoralista y a desconocimiento de la realidad que aquí manifestamos y comentamos. No le vendría mal al señor Feijóo —si le tiene valor— darse una vuelta por las instalaciones de esta estación, y mucho mejor de noche, porque a esas horas del día el ambiente resulta bastante sórdido.
Es una estación con notables desperfectos y con elementos totalmente obsoletos. Las pantallas, por ejemplo, son, en realidad, antiguos televisores de tubo en los que es muy difícil leer las informaciones. En el edificio ni siquiera caben los autobuses de dos pisos. En fin, lo mejor que puede hacerse es demolerlo y construir uno nuevo.
Lo más triste es que el Partido Popular utiliza la estación de autobuses de Vigo como propaganda electoral para unos proyectos de futuro que nunca se llevarán a cabo. Es una de las burlas que el Partido Popular acostumbra a hacer en todas las épocas de elecciones, y aquí no pasa nada y todavía hay quienes se lo creen.