Aunque nos guste la casa no viene mal un paseo de vez en cuando. Todos estamos cansados de estar en casa. Todos los días nos asomamos varias veces a la ventana y vemos para ambos lados de la calle, prácticamente desierta, y luego elevamos la mirada hacia lo alto para ver el cielo abierto o las nubes, qué más da que haga sol o que llueva, total, no podemos salir.
Estamos confinados. Pero los chavales lo llevan mucho peor. Además, tienen muy cerca el final de curso y aún no se sabe cómo va a terminar. Todo son conjeturas, pero faltan normas concretas, decisiones. No todos pueden seguir las clases telemáticas porque no todos tienen ordenador ni tampoco internet, esas carencias impiden la igualdad de condiciones para el estudio.
En algunos centros escolares, sobre todo privados, todo el alumnado tiene cubiertas las necesidades de comunicación: ordenador, internet, teléfono móvil… Pero la realidad de toda España es muy variable. Hay hogares llenos de problemas donde el poco dinero que hay es para pagar el alquiler, la comida y lo más esencial, pero no llega para comprar el ordenador ni pagar la linea de internet; esto es una realidad.
Lo coherente sería dar por terminado el curso en el mes de junio sin avanzar materia, simplemente repasando todo lo que se ha dado hasta el inicio del confinamiento. Es lo más equitativo. No hay que hacer dramas. La vida debe continuar. El próximo curso ya se abordarán los temas pendientes. Lo más importante es la seguridad y la salud del alumnado, y la igualdad de condiciones.