La barandilla del mirador del Paseo de Alfonso XII, de Vigo, uno de los lugares de mayor relevancia turística, permanece vallada desde 2019 de modo inexplicable.
A finales del mes de marzo del año 2019 se acotó el acceso al mencionado forjado ornamental para iniciar las obras de refuerzo de la estructura del mirador, con una duración prevista de dos meses. Lo curioso —e indignante— es que a día de hoy ya han transcurrido dos años sin que se hayan iniciado las mencionadas obras, y sin que tampoco existan indicios de que se vayan a realizar.
Cierto que las obras dependen de la autorización de Patrimonio de la Xunta de Galicia, que ya se sabe de su animadversión hacia la ciudad de Vigo, pero el Concello también tiene la obligación de intentar agilizar esos procesos. Además, el Concello de Vigo debe mantener informada de esas gestiones a la ciudadanía para evitar que la opinión pública lo señale como culpable de inacción; en todo caso, debería insistirse en que es la Xunta de Galicia la que tiene paralizada la obra, reclamándole una urgente autorización.
Además, conviene recordar al Concello de Vigo la necesidad de preservar la balconada del mirador, puesto que constituye una obra insigne de la ciudad, evitando el deterioro motivado por el abandono al que está sometida y, si fuera necesario, llevar a cabo la restauración correspondiente. No vaya a ocurrir lo mismo que con la balconada de la Rúa Lepanto, también de Jenaro de la Fuente, que se retiró al mismo tiempo que el paso elevado de acceso a la autopista y ya ha pasado a formar parte de un limbo con un futuro muy incierto.