Una marea feminista ha recorrido las calles de varias ciudades españolas en contra de la barbarie machista. En la imagen puede observarse el frente de la manifestación en la ciudad de Vigo, que colapsó varias calles del centro urbano y a la que acudieron miles de personas. Pero lo importante no es sólo la cantidad de manifestantes, sino el motivo de la reivindicación.
Una gran parte de la sociedad española nunca estuvo tan viva frente a un problema que aflora día tras día y, a veces, de un modo aún más dramático, cobrándose víctimas mortales como en una guerra que no parece tener fin. La sociedad se supone que avanza, sin embargo, el problema de la barbarie machista persiste.
Sigo opinando que la mejor solución es la educación desde la edad temprana, tanto en la escuela como en casa, además de una adecuada información y de unas medidas eficaces de protección para las víctimas. Pero el problema es aún mayor cuando, además del machismo en determinados estamentos de la sociedad, como es la judicatura, también existen mujeres que se posicionan de parte de los verdugos, tanto dentro como fuera del Congreso, atacando y tratando de debilitar las voces reivindicativas que luchan por los derechos de todas las mujeres, sin distinción.
El problema de la barbarie machista no es exclusivo de determinadas clases sociales, razas o condiciones económicas, es algo que existe en todas partes. Lo que también resulta triste es que los grupos políticos más críticos y reticentes con esa lucha feminista, que son los partidos políticos más conservadores, representan un sector social que también es objeto de esos abusos, de esa barbarie, pero intentan ocultarlo a cualquier precio como si no les afectara, como si no pasara nada. Prefieren utilizar la descalificación, el desprecio e incluso el insulto como bandera política. Y lo peor es que tienen muchas personas que comparten, siquiera públicamente, esas directrices, y muchas de esas personas son mujeres.
La lucha feminista en contra de la barbarie machista debe ser apoyada desde todos los sectores de la sociedad, unificando a mujeres y a hombres de toda edad y condición económica y social. La barbarie machista constituye un problema muy grave y de índole general que se combate con la educación, con el respeto, y, sobre todo, con el reconocimiento de la propia identidad y los derechos de la mujer. Ojalá llegue cuanto antes el día en el que la violencia machista quede erradicada para siempre, pero, como ya he dicho, mientras existan mujeres que se posicionen al lado de los verdugos, ese día estará lejos.