Nunca he tenido inconveniente en confesar que soy votante de Abel Caballero, que voto al Partido Socialista en las elecciones generales, y que apoyo al alcalde en la mayoría de sus decisiones, sin embargo, la concesión de la Medalla de Oro de la ciudad de Vigo a la Secretaria de Estado de Transportes, Isabel Pardo de Vera, me parece un auténtico insulto al pueblo de Vigo.
Del mismo modo que la inmensa mayoría de los ciudadanos de Vigo me pregunto qué es lo que ha hecho esa persona para merecer la Medalla de Oro de la ciudad. Realmente no ha hecho nada que esté fuera de su cargo y de sus competencias. La ciudad de Vigo no le debe absolutamente nada. Por lo tanto, no tiene sentido esa concesión que se supone de máxima envergadura.
Interpreto que la Medalla de Oro de una ciudad le corresponde a quien, desinteresadamente, ha beneficiado a sus estructuras y a sus habitantes, de un modo desinteresado, repito. Pero Isabel Pardo de Vera no ha aportado nada que esté más allá, como digo, de su cargo y de sus competencias.
Si la Medalla de Oro de la ciudad de Vigo corresponde realmente a la consideración de todas las viguesas y vigueses, a mí me gustaría que con una lima le quitaran algunas esquirlas de la medalla, las que me corresponden a mí como ciudadano vigués, y que luego las tiren por una alcantarilla, porque prefiero que se vayan por un desagüe antes que regalárselas a alguien que no ha hecho nada por la ciudad. Y me pregunto, también, que si el resto de la ciudadanía viguesa deseara lo mismo que yo, cómo quedaría finalmente la medalla en el momento de entregársela a esa persona elegida por arte de birlibirloque.
En mi opinión, la concesión de la Medalla de Oro de Vigo a la Secretaria de Estado de Transportes, Isabel Pardo de Vera, es la mejor manera de desprestigiar un galardón que es de todas las viguesas y vigueses, restándole credibilidad al galardón. Opino que mi admirado alcalde, Abel Caballero, se equivoca totalmente con esa concesión, y que Isabel Pardo de Vera, por su parte, debería tener un mínimo de honradez y dignidad y rechazar la distinción.