La primera conclusión es que el panorama político español, en su conjunto, se ha polarizado entre una derecha constituida por unos pocos partidos, VOX, Partido Popular y Ciudadanos —lo que queda de él, que es el gran perdedor—, y una izquierda comandada por el Partido Socialista y totalmente atomizada en muchos partidos con representaciones de uno, dos, o a lo sumo tres representantes. Podría compararse la situación a las dos Españas que están condenadas a coexistir aunque no terminen de entenderse, una historia que ya resulta interminable.
La segunda conclusión, es que al no haberse conseguido un pacto entre el Partido Socialista y Unidas Podemos, y que ha derivado en estos nuevos comicios al cabo de varios meses, ha provocado una situación mucho peor, con el hastío de muchos votantes y la polarización del voto de otros. Por su parte, los partidos localistas, nacionalistas e independentistas, que han aparecido en la escena política con representaciones minoritarias, en su conjunto, pueden tener una cierta importancia para los posibles pactos, pero estos, una vez más, van a ser casi inalcanzables por diversos intereses y motivos. Qué pasará, entonces, a partir de estas elecciones. Por supuesto, deberíamos descartar unos terceros comicios, que conducirían a escenarios incluso peores. Quizá lo más viable sea un gobierno de la fuerza más votada, eso sí, con la inestabilidad que conlleva la diversificación de fuerzas políticas.
En mi opinión, es posible un pacto de toda la derecha, pero estoy convencido de que el pacto entre el PSOE y Unidas Podemos no fue posible ni tampoco lo será en un futuro por diferentes presiones existentes entre bastidores y que quizá algún día, cuando pasen los años, lleguemos a conocer.
La alianza entre el Partido Socialista y Unidas Podemos, en mi opinión, ya digo, propiciaría varios cambios radicales que harían sonar todas las alarmas nacionales e internacinales. Una de ellas es la proclamación de la República, que obviamente no resulta del agrado de la Monarquía ni tampoco de sus seguidores. Propiciaría, también, un cierto tono comunista en el gobierno, lo cual no gustaría nada a la gran banca y mucho menos a los Estados Unidos de América, siempre tan celosos de preservar el mundo de los peligros del marxismo. Así mismo, y es, ya digo, mi opinión, esa unión haría posible una profunda reforma de la Constitución Española abriendo la posibilidad a una España federal en la que sí tendrían sentido las distintas nacionalidades existentes, con todas sus características, pero en la que no tendría sentido la Monarquía. Todo ello, es evidente, no contaría con el beneplácito de los que verdaderamente gobiernan el mundo, desde la sombra.
Opino que la mejor solución a este entuerto electoral sería un gobierno del partido más votado: el Partido Socialista, a pesar de haber perdido cerca de un millón de votos. Unos nuevos comicios terminarían por resucitar a Franco.