Ahora bien… qué pasa si se te termina el tiempo por estar pensando y estar viendo todas las posibilidades, no vas a saber qué es hasta que lo hagas o cómo es hacerlo… entonces… qué hacer, esperar y pensar todo o bien actuar y esperar que te salga todo bien y que tengas lo que esperabas y más… porque la vida es como una caja de chocolates, nunca sabes qué te va a tocar.
Con esta frase definía Tom Hanks en su papel de Forrest Gump algo que todos sabemos o intuimos al menos y que parece ser también que casi todos obviamos. Y es que nunca contemplamos la posibilidad de que las circunstancias o casuísticas que nos acechan puedan influir en los planes que nos hemos marcado. Podemos llamarlo sino, destino, hado, suerte, azar, eventualidad, mala suerte, etc., no será por sinónimos, definiciones y supersticiones que puedan definir los avatares de nuestras vidas.
Yo nunca lo haría… jamás pensé qué… es impensable… a mí nunca me sucedería algo así… no entiendo cómo ha ocurrido, etcétera, etcétera… es decir, nadie, ninguno de nosotros está exento del yerro, de las influencias o injerencias externas que pueden hacer bueno el dicho “de esta agua no beberé”…, porque entre otras cosas, no somos conscientes de las transformaciones que sufrimos y que se cuecen a nuestro alrededor por infinidad de pequeños detalles que normalmente nos pasan desapercibidos o que tan siquiera podemos controlar. Nada es eterno y todo es efímero en nuestras vidas, y quizá por eso, la misma es tan bella como condenada con nuestros devenires cotidianos y nuestras humildes estancias terrenales.
La única libertad que disponemos realmente es la de equivocarnos nosotros mismos sin ayuda de nadie,
¿Sabemos equivocarnos?
Me pregunto muchas veces si el hecho de ser “perfeccionista” es verdaderamente una virtud, o un defecto. Y creo que tiene de las dos cosas.
Es una virtud, desde ya, porque es algo que nos impulsa a hacer todas las cosas perfectas.
Pero me parece que también es un defecto, dado que la realidad nos dice que en este mundo lo perfecto, no existe plenamente. Siempre está la posibilidad de equivocarse, y de hecho nos equivocamos.
Por eso es que me parece que el hecho de “aprender a equivocarse” es importante, quizás debiera ser una de las primeras cosas que tendrían que enseñarnos: fallar es parte de nuestra condición humana. Debemos buscar realizar todo lo más “perfectamente” posible, pero inevitablemente está la posibilidad de equivocarnos.
El hecho de aprender a equivocarnos, sin dudas nos ayudaría en muchas circunstancias que nos toca vivir, sobre todo para poder superarnos, y no creer que “hemos fracasado”, y quizás sólo haya sido que creíamos que inevitablemente todo nos iba a salir como lo planeamos, es decir, perfecto, y en realidad lo que después aparece como fracaso, no es otra cosa que la posibilidad que hay siempre de cometer un error, o de que no todo salga “tan perfectamente”.
Siempre pienso que en la vida lo importante no es no fallar, “no caerse”, sino el ver cómo reaccionamos ante una fallo si somos capaces de levantarnos de una caída.
Si no tenemos tolerancia a la frustacion y no nos enseñan a equivocarnos, superando los errores, asumiéndolos y haciéndonos cargo de nuestros fallos, nos creeremos omnipotentes y confundiremos error con fracaso.