El encuentro entre Trump y Zelenski en la Casa Blanca, fue una “Trump-a” bronca y llena de frases hechas. El abusón republicano quiso comenzar mal a propósito, con una jocosa humillación al referirse al atuendo del invitado, queriendo dejar patente que aunque la mona se vista de seda, mona se queda. No estaba el horno para bollos, se cortaba el aire con un cuchillo.
Se te ve el plumero pensó Zelenski, pero el hábito no hace al monje. Aunque llegaba con perfil plano y actitud respetuosa, enseguida se percató de que Trump estaba dispuesto a llevarse el gato al agua, en una reunión preparada para acorralarle y en la que estaba invitado todo el mundo, en abierto y en directo. Quería hacer su agosto particular, destrozar al pequeño ucraniano que vino desde donde Cristo perdió la chancla para que le dieran el coñazo. Le ayudó a ello además en su empeño el vicepresidente Vance, echando más leña al fuego para dejar al líder ucraniano tocado y a punto de caramelo.
No tardó ni tres segundos el americano en joder la marrana, montando un pollo al invitado, acusándole con el dedo casi en el ojo convencido de que decía verdades como puños y comiendo el coco a un Zelenski, que al principio parecía que se cagaba por la pata abajo mientras Trump montaba el pollo. El republicano le exigió que dejara de joder la marrana con el conflicto, que no tenía el chichi para farolillos y que no tocase las palmas que le ponía a bailar. Se te ve el plumero, insistió, que solo quieres al amigo americano para financiar tu guerra, estirando y estirando el chicle.
Me cago en la leche Merche, pensaba para sí Zelenski, este americano habla por los codos y quiere hacer el agosto conmigo. Pero una mierda pinchada en un palo, el líder ucraniano lejos de arredrarse le dijo no soy yo, eres tú Donald y se te ve el plumero, que barres para la Casa Blanca y para la Plaza Roja.
Trump, bravucón envalentonado, le acusó de querer estirar el chicle y de estar como una regadera si creía que se iba a salir con la suya. Da gracias a las dos Américas Zeli, la de los millones de Biden y mi nueva y gran América dispuesta a terminar esta guerra con opulentos beneficios. Zelenski se lió la manta a la cabeza: una polla como una olla Trump, lo que tú tienes es una empanada mental y una cadena irrompible de intereses económicos y geopolíticos. No me comas el coco y vete a freír espárragos, joder. Le costó contenerse al ucraniano con esta tela marinera, porque el rubio quería hacer el agosto y llevarse el gato al agua. Está como una regadera el viejo verde. No va a partirse el culo a mi costa. Habla por los codos y miente más que respira.
Insistió en su ataque el presidente americano, advirtiendo amenazador que de seguir así le quedarían dos telediarios al payaso, y toda América se iba a partir el culo. Que estás en las nubes y lo único que te vas a llevar de aquí es un chasco, yo tengo la sartén por el mango. Que tienes un morro que te lo pisas. Con la que has liado puedes darte con un canto en los dientes si te vas por dónde has venido y da gracias a la virgencita si te quedas como estás.
No me comas el coco mamón, reflexiona Zelenski, no voy a bailar al son que me toques, que tengo amigos en Europa. Solo no puedo pero con amigos sí. Con todos los respetos, pero que te folle un pez. Llevas todo el día jodiendo la marrana, manda huevos. Se contuvo el ucraniano en la reunión y más en la despedida y se dejó cosas en la punta de la lengua y en el corazón, por precaución. Hizo oídos sordos y ahuecó el ala. Era el momento de replegar. Porque este americano está como una cabra y no suelta prenda. Trump piensa que puso los puntos sobre las íes, sin darse cuenta que en inglés las íes son griegas y no llevan punto.