La librería Librouro, en la calle Eduardo Iglesias, tan cerca de Príncipe, pienso que debe ser la decana de las librerías de Vigo. Y además manteniéndose en el mismo emplazamiento original, eso sí, con cambios y ampliaciones de mejora, entre ellas algún piso más y un ascensor. La atención sigue siendo excelente. Hay cosas que afortunadamente no cambian.
Hice mi entrada por primera vez en Librouro a finales de los sesenta, al poco de su apertura, probablemente con once años, para comprar series filatélicas, a la entrada de la planta baja. Martínez, compañero de mi padre en CONTRASA, encargado de la sección de fletes en la consignataria, me había iniciado en la filatelia con algunos regalos al igual que mi propio padre, naturalmente, procedentes de los barcos de pasaje.
Ya más adelante, transcurridos algunos años, en mi tiempo de estudiante en el instituto, en los cursos 73-74 y 74-75, tiempo de adolescencia y juventud, frecuenté el trato con Antón Patiño, padre. Pero ya no se trataba de filatelia sino de la adquisición de libros, algunos de ellos proscritos, que no despachaba a cualquiera sino reservadamente en su oficina de trabajo.
En mi caso mi parentesco con Rufo Pérez, mi destacado activismo estudiantil y político y el ser ya conocido del negocio me acreditaban.
De entre estas adquisiciones proscritas a las que hago mención, reseñaré dos libros. Uno, la llamada «biblia pequena da galeguidade», Sempre en Galiza, de Castelao, Edicións As Burgas, Bos Aires, editada, creo recordar en papel biblia y en un formato de bolsillo bastante reducido, supongo que para mejor burlar los controles a la llegada a la Galicia territorial.
El otro libro que recuerdo traerme para casa de las manos de Antón Patiño fue el titulado Antoloxía Popular, de Heriberto Bens, heterónimo de Xosé Luís Méndez Ferrín. Libro editado por el Padroado da Cultura Galega, de Montevideo, con capa o portada de Luís Seoane. Creo que en la edición del libro anduvo el que posteriormente sería alcalde de Soutomaior, ya restablecida la democracia, Fernando Pereira.
Ya a finales de los setenta y aún más tarde hasta comienzos de los noventa la relación con Patiño incluyó también algunos vinos en la Taberna Eligio, próxima a Librouro, también en el mercado del Progreso, todavía más cerca o alguna reunión gastronómica micológica.
En fecha levemente indeterminada conozco a Nuchi, supongo que en el paso de los setenta a los ochenta, con la que coincido ocasionalmente en esas datas. Actualmente Nuchi sigue trabajando en Librouro.
Recientemente, en las últimas semanas, andaba a la búsqueda de un libro raro, que creía descatalogado, y gracias a las gestiones que mi amiga Pily Pascual Quintas, siempre eficiente y diligente, hizo con María pude conseguirlo. Desde estas líneas expreso mi gratitud a Pily y María y reitero el buen hacer del buen librero, Librouro.
Una librería veterana y probablemente, como decía más arriba, decana, negocio local y familiar en quienes merece la pena confiar y como valor añadido el buen trato de todos los empleados y entre ellos destaco a Amparo, por ser junto a Maria, la primera en recibirnos cuando ponemos el pie en Librouro.