El 10 de enero de 1992 el carguero Evel Laurel, que hacía la línea entre Hong Kong y Tacoma (USA, estado de Washington) perdió 12 contenedores en medio del Oceano Pacífico. Uno de estos contenedores llevaba juguetes de plástico, entre ellos miles de patos amarillos de goma que quedaron a la deriva en alta mar.
Pasados diez meses del accidente, diez patitos llegaron a una playa de Alaska, a 3.200 km del lugar de caida del contenedor. Dos miembros de la Universidad de Washington, Curtis Ebbesmeyer y James Ingraham, que investigaban sobre corrientes marinas creyeron que el destino les era propicio, y comenzaron a buscar más información sobre el tema. Los investigadores comprobaron que en los meses siguientes llegaron mas de 400 juguetes en forma de pato a las costas de Alaska.
Los modelos informáticos de las corrientes preveían que los patos se distribuirían por múltiples zonas del Pacífico, pero no que pasarían el estrecho de Bering, rodearían Groenlandia y llegarían al Atlántico norte, a las costas europeas y americanas entre el año 2000 y el 2007.
De esta forma el accidente de los patitos de goma sirvió para mejorar el conocimiento científico sobre las corrientes en los mares de todo el planeta.
En estos días hemos sabido que el 20 de diciembre pasado el buque «Taconao» perdió 6 contenedores de mercancías a 80 kilómetros del municipio portugués de Viana do Castelo. Uno de esos contenedores llevaban cientos de sacos con «pélets» o bolitas de plástico, que ya se han visto en alguna playa gallega.
Parece ser que el gobierno español, que tiene las competencias sobre este tema, avisó con dias de retraso al gobierno gallego. Y ya está el follon montado y lo de siempre…, que si la culpa es vuestra, que no, que nosotros no tenemos la competencia, y el alcalde Caballero esperando ver unas bolitas en Samil para poner verde a la Xunta.
Es decir, lo típico de tener un sistema político con varias administraciones, que ante un problema se pasan la pelota unas a otras. Además se da la circunstancia que las elecciones gallegas están a la puerta de la esquina, con lo cual la izquierda y la izquierda ultra de nuestro gobierno central se han puesto cachondas pensando en montar un Prestige II, y sacar el consiguiente beneficio político.
El equipo gubernamental de información sincronizada (no sé quien tiene el copyright) bombardea los informativos achacando el problema a la Xunta, y oculta que las competencias de estos vertidos son del ministerio de Transportes de Oscar Puente.
En el Prestige la bandera que enarboló la izquierda fue la bandera gallega ennegrecida. Yo les sugiero ahora que la bandera esta vez sea la gallega anegrada, pero con lunares blancos, que serían las bolitas de plástico.
Es una idea que les regalo «gratis total» y no espero que me lo agradezcan.