Las enfermeras comenzamos 2020 con la ilusión de que éste sería un gran año para reivindicar y visibilizar la profesión, pues la Organización Mundial de la Salud lo había declarado Año Internacional de la Enfermera y la matrona. Teníamos muchos retos por delante para dar a conocer, una vez más, todos los cambios que puede abarcar una profesional de la enfermería. Investigación, formación, gestión, cuidado… Sin embargo, una vez más, los planes cambiaron de forma sorprendente y la OMS declaró la Covid-19 como pandemia mundial. Las enfermeras tuvimos que volver a remangarnos, dejar nuestros proyectos a un lado y hacer lo que mejor sabemos, cuidar.
Un giro que se podría haber aprovechado para demostrar la preparación y mejora en materia sanitaria, después de años y años de estudios y avances científicos. Pero lejos de esa realidad, las enfermeras nos vimos prácticamente sin protección ante esta nueva pandemia. Sin los equipos de seguridad adecuados, sin descanso, sin herramientas, no dudamos en que lo primeros son nuestros pacientes.
Quedó al descubierto la falta de recursos, en ocasiones los más básicos, como una mascarilla, o batas que acabamos confeccionando con bolsas de basura, mucho esparadrapo e imaginación. También, con la solidaridad de la ciudadanía que donó pantallas, mascarillas, guantes y todo lo que pudo para que desde los centros hospitalarios y centros de salud los profesionales de la sanidad pudiésemos avanzar y seguir trabajando para bajar los datos de contagio, y fallecimientos.
Quedó demostrada, sin embargo, que durante años hemos tenido toda la razón. Razón cuando hemos denunciado los recortes por activa y por pasiva en ciencia, tecnología y en la sanidad. Esa sanidad pública en la que ahora, todas las miradas tenían puesta su esperanza. Una sanidad que desde años viene siendo recortada y denostada. Sin el número de profesionales adecuado por paciente, sin los recursos materiales adecuados, sin centros hospitalarios preparados para una pandemia.
Un año después, nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS) sigue sufriendo los mismos problemas estructurales y de financiación que provocaron que no estuviera preparado para afrontar esta grave crisis sanitaria con las consiguientes repercusiones negativas para la salud y seguridad de los ciudadanos y los profesionales sanitarios.
Hemos constatado que las distintas administraciones sanitarias competentes, tanto a nivel estatal como autonómico, han ido adoptado medidas cortoplacistascon el único objetivo de intentar ir resolviendo “sobre la marcha” problemas sobrevenidos, pero aún no han entrado a abordar y solucionar las múltiples deficiencias de fondo que nos han llevado a todas las situaciones vividas en el último año, como falta de recursos humanos y medios, descoordinación entre administraciones, desinformación…
Un año después poco ha cambiado. Seguimos sin solucionar el grave problema de la precariedad y temporalidad que sufren las enfermeras/os en Galicia.
Asimismo, la mejora y reforzamiento de la Atención Primaria sigue siendo un compromiso reiterado por responsables públicos y políticos que no se ha hecho realidad al seguir estando infradotada mientras que aumenta cada día más la sobrecarga asistencial existente en los centros de salud.
En lo que respecta a los centros hospitalarios, el Sindicato de Enfermería destaca la necesidad de contar con más camas en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) y de reforzar los servicios de Urgencias, así como garantizar entornos laborales más seguros para sus profesionales sanitarios.
Transcurridos 365 días de la declaración de pandemia Sin protección, sin descanso y sin apoyos suficientes hemos atendido y cuidado durante muchos meses a millones de personas y, lamentablemente, seguimos constatando que no se han empezado a implementar actuaciones y medidas de carácter estructural, y no transitorio, que eviten situaciones tan graves y dramáticas como las vividas en un futuro.
No podemos dejar pasar la ocasión, para tener un sentido recuerdo a todas las personas que tristemente nos han dejado por culpa de esta pandemia, entre ellas también muchas compañeras y compañeros de profesión.
Todo lo vivido en estos últimos 12 meses nos dejará marcadas para siempre, sin duda. Pero también es un orgullo saber que las enfermeras han aportado, y lo seguirán haciendo, su profesionalidad, responsabilidad y compromiso con la sociedad para que la salud y seguridad de cualquier persona sea lo primero, independiente del lugar en el que resida o los medios de los que disponga.