Eso sucedió en el mes de junio y ahora nos encontramos en el de octubre, ha pasado poco tiempo, poco más que un verano pero hoy las cosas ya las percibimos de otra manera.
La sensación que tenemos algunos ciudadanos es la de que Sánchez quiere ser la correa de transmisión del siniestro Rguez. Zapatero, que intentó cargarse la Transición y la Monarquía, para volver a la ruptura y al espíritu de 1931 de la II República, período que acabó como todos sabemos.
Nuestro presidente ‘Pierrenodoyuna’ ya duerme en la Moncloa, que era su obsesión, con lo que puede pavonearse en el Falcon con sus Ray-Ban puestas y todo lo demás se la trae al pairo.
Entonces, ¿quién hace política en este gobierno? Pues nada más ni nada menos que el vicepresidente ‘in péctore’ Pablo Iglesias, que es quien salta la valla de la penitenciaría de Lledoneras para hablar con el líder de la Esquerra, y al día siguiente vuela a Vitoria para entrevistarse con el lehendakari, que como siempre está para recoger las nueces correspondientes.
¿Y qué puede haber prometido el Sr. Iglesias a los dos nazionalistas-soberanistas-separatistas? Pues está claro: la España plurinacional, pasar de autonomía a estado asociado y programar su referéndum para irse cuando les venga bien, pero eso sí con todos los gastos a cargo de Juan Español como ha sido siempre, es decir la pechuga para las regiones (uy, ¡he dicho regiones!) ricas y el pescuezo para los españolitos pobres.
¿Y qué más pretende el Sr. Iglesias? Yo se lo digo: conducir a Felipe VI al tren que lleva a Estoril (donde vivía su abuelo) con billete solamente de ida e ir acercando la nueva república al régimen bolivariano-bolchevique, que es ideal político del Sr. Iglesias.
Y, al final, ¿qué quedará de un país-estado-nación llamado España? Pues quedarán las raspas porque lo que viene son las siglas R.C.B.E., es decir la República Confederal Bolivariana Española.
La Constitución del 78 ha fallecido y solo queda enterrarla. El nuevo régimen todavía no ha llegado pero no presagia nada bueno.