Este síndrome comienza a sufrirlo nuestro alcalde Abel Caballero, en sus primeros plenos, al no permitir ninguna comisión que pueda aclarar los problemas jurídicos en los que algunos miembros del gobierno municipal se han visto envueltos.
En el mandato anterior del alcalde Caballero la transparencia ya no fue una de sus características y ahora continúa con la misma tónica. Al poco tiempo de vencer en las elecciones del 24M, D. Abel dijo que ante tantos votos se necesitaba mucha humildad para administrarlos. Como se puede apreciar nada más lejos de la realidad.
En la vida política se suele decir que muchas veces es más difícil administrar la victoria que la derrota. Nuestro regidor es un claro ejemplo de ello.
Mal comienzo, D. Abel, mal comienzo.