No he visto a nadie que pusiera tanto sentido del humor hablando de una cosa tan seria que le afectaba directamente. Hubo a partir de entonces momentos de emoción al leer su blog rabudopuntocom, pero también hubo otros muchos de provocarme una sonrisa de oreja a oreja e incluso de risa verdadera. Le sacaba punta a todo, a los momentos en que lo radiaban en el hospital o cuando la administración le obligaba a cumplir con mil trámites que le enfadaban más que la propia enfermedad.
El año pasado llegué a conocer a Nacho brevemente por coincidir en un acto en Bueu en el que le entregaban una distinción. Le pude decir a la cara los buenos ratos que me hacía pasar con su blog a cuenta de los malos suyos que le proporcionaba el maldito tumor.
Nacho era buen amigo de su colega José Luis Alvite, al que admiraba profundamente y al que también otro cáncer se llevó hace unos meses. No sé cómo será la vida allá arriba pero a partir de ayer tienen un departamento de comunicación que va a ser un verdadero lujo.
Nacho, si encontráis la forma, enviadnos alguna crónica que sabéis que sonreiremos al leerla.