Francia tras la Revolución nos dio cuenta de tres valores fundamentales para la Democracia que conocemos en el mundo occidental: libertad, igualdad y fraternidad, que son 3 pilares básicos de nuestra sociedad pues sobre ellos pivotan nuestros estados. Si se intentan minar, destruir esos valores, se busca destruir nuestras sociedades, nuestra idiosincrasia como occidentales. La nueva forma de guerra es evidente que no viene en forma de grandes ejércitos invadiendo países, de armamentos potentes destruyendo naciones, y si viene esa nueva forma de guerra en “individuos” a veces actúan en solitario que, con una simple arma, con un chaleco bomba, con un cuchillo, pero con mucha ira son capaces de atacar pequeños grupos de ciudadanos generando miedo, rabia, paralización de nuestra forma de vida y mucha inquietud. En nuestras manos está no dejar que termine con nuestra libertad como individuos, porque el principal objetivo del “terror” es acabar con nuestras libertades encerrándonos en la burbuja del miedo y teniéndonos en constante jaque.
Ayer viernes 13 de noviembre fue París y todos nos unimos bajo el “je suis Paris”, pero es que mañana podemos ser nosotros (de facto ya nos han amenazado), o cualquiera de nuestros vecinos occidentales, porque la guerra de estos individuos no es contra una nación (aunque a veces digan que lo es), es contra una manera de vivir: la nuestra, es contra nuestros valores, nuestra libertad, nuestra pacífica convivencia. Ayer a las 2 de la madrugada a mi hija de 13 años le temblaban las piernas (literalmente) y no era capaz de conciliar el sueño; la intenté calmar diciendo que Vigo está alejado de todo, que no se preocupara, pero me soltó un “esos señores están locos y ¿quién te dice que no hacen algo así aquí?” Lógica aplastante ante la que poco hay que añadir al margen de un “duerme tranquila que estás en casa”. Es el razonamiento de una niña, pero es aplastante en el sentido de que tiene razón por un doble motivo: es cierto que todos los occidentales nos hemos convertido en objetivo (sin importar raza, ni profesión, ni edad, ni sexo, ni nada) y que en esta guerra global cualquier loco (que no lobo) solitario puede convertirse en un elemento del terror en cualquier lugar.
Las sociedades occidentales debemos unirnos en la derrota de estos indeseables sobre todo por el mantenimiento de nuestros principios y valores. Pero una cosa es clara Alá seguro que no apoya a estos despreciables sujetos, el Corán seguro no los ampara y lo único que lo hace es la miseria personal de estos fanáticos que se dejan engañar por sus mentes enfermas y por un supuesto “paraíso” que no es más que el infierno. Pero también estoy convencido que no nos van a derrotar, nos podrán herir como ayer, preocupar, pero no destruir. Vivan la libertad, la igualdad y la fraternidad. Vivan nuestras Democracias y nuestra forma de vivir. “Je suis de l’Ouest et démocrate”.