Basta observar lo que ocurre en Vigo para concluir que cualquier iniciativa que dependa de la Xunta de Galicia puede ser frenada o incluso dinamitada bajo cualquier pretexto. Y, lo peor, que detrás de esas acciones de la Xunta de Galicia se trasluce el interés de A Coruña por no perder un protagonismo que nadie le discute en muchos frentes, pero que nunca podrá superar al de la ciudad de Vigo en el terreno industrial y en su capacidad de motor económico.
Existen numerosos ejemplos de este freno político que ahora comentamos, pero uno de los hechos más destacados, y que cualquiera puede haber constatado, es la desconexión de la instrumentación de ayuda para el aterrizaje con baja visibilidad del aeropuerto de Peinador. Su desconexión se ha producido bajo la excusa de labores de mantenimiento y actualización en una época en la que, en palabras de su directora, corresponde, según las estadísticas, a la de menor incidencia de nieblas. Sin embargo, y aun cuando eso fuera cierto, todo el mundo sabe que es una de las épocas más turísticas, cuando existe una mayor demanda de tráficos aéreos y que afecta, sobre todo, al sector turístico. Todos coincidimos que la desconexión se debería haber hecho en época estival, y que a buenas horas Santiago de Compostela o A Coruña hubieran consentido que le hicieran algo similar a sus aeropuertos. Lo acontecido, por lo tanto, induce a pensar en un boicot para frenar el crecimiento aeroportuario de la ciudad de Vigo y, al mismo tiempo, atacar a su propio alcalde, Abel Caballero, contra el que están demostrando que no son capaces de luchar de otro modo. La ciudadanía de Vigo y de su área de influencia deben ser conscientes de estas maniobras que son propias de una política rastrera.