Con un poco de fortuna, el nuevo PXOM de Vigo estará aprobado en los primeros meses de 2025. Entre otras cosas, la necesidad de vivienda nueva es uno de los retos de este documento. Parece ser que los ámbitos del fallido parque ofimático, en el entorno de la Avda. de Madrid, junto con la segunda fase del polígono de Navia, van a ser los proyectos estrella.
Confieso que cuando se habla de construcción de vivienda en Vigo, me pongo un tanto en guardia por la cantidad de barbaridades que nuestra ciudad ha sufrido, tanto en la construcción nueva como en la demolición de edificios emblemáticos. En este sentido, a Vigo se la llegó a llamar «la ciudad de los palacios». El ya fallecido arquitecto vigués Jaime Garrido, miembro del Instituto de Estudios Vigueses, escribió un libro valiosísimo titulado «Vigo: la ciudad que se perdió», donde documenta la dramática desaparición de la mayor parte de nuestro patrimonio arquitectónico, fundamentalmente, a lo largo del Siglo XX.
Lo perdido, lo arruinado, ya no vuelve; pero tenemos que extraer lecciones de los errores para no volver a cometerlos. No solo Vigo, sino toda ciudad sabe que cada día tiene que hacerse más sostenible, amable y hermosa, sobre todo por los propios ciudadanos. Buscando la calidad de vida de las personas.
En Vigo hay exceso de ladrillo, asfalto, hormigón y gris; de todo ello hay una gran uniformidad. Existen demasiados ámbitos que no se diferencian entre sí, pues tienen el mismo aspecto a barriada. Esto explica el feísmo del conocido proceso desarrollista de los años 60′ y 70′. Y esto hay que corregirlo en la medida de lo posible. Se echan en falta más cantidad de zonas verdes y más densidad de ellas donde ya las hay. Menos alturas, más calidades, más equilibrio. Cuando vemos esa fisionomía en otras ciudades, las reconocemos como más bellas y más vivibles. ¿Y en Vigo por qué no?
La zona de Navia tenía todas las ventajas para convertirse en una verdadera muestra de una construcción y un urbanismo ejemplares. Podía haberse creado prácticamente a la carta; pero se perdió una oportunidad magnífica de demostrarlo. Además de estar socialmente alejada del resto de la ciudad, Navia se ha convertido, constructivamente, en un auténtico fiasco. También le da la espalda físicamente a todo Vigo. No dudo de la calidad de las viviendas, pero, paisajísticamente, se ha ‘monstrualizado’, si se me permite la expresión. Los gobiernos de la ciudad tienen la responsabilidad de preservar la garantía de calidad en todos los sentidos.
Cuando escucho la expresión de que Vigo tiene que convertirse en un gran horizonte de grúas, se me ponen los pelos de punta. Porque ya hemos demostrado de qué somos capaces: de convertirnos en una ciudad despersonalizada y sin identidad.
La segunda fase de la urbanización de Navia tiene que ser un paradigma de calidad de vida ejemplar, por encima de cualquier otro criterio. Y de igual manera la zona del extinto parque ofimático. Y del mismo modo el resto de la ciudad. Quiero pensar que casi todo es corregible y mejorable.
Y ya que hablamos del nuevo Plan General, he de señalar que, en globalmente, es poco ambicioso; pero también entiendo que no hay que arriesgar demasiado porque nos jugamos el que no sea aprobado. Y no podemos continuar con el Plan de 1993.
Algo que sí hay que cambiar es el criterio de resignación a la paupérrima inversión que van a aportar la Xunta y el Estado en desarrollar el Plan. Si financian millonariamente la progresión de otras ciudades, que se rasquen el bolsillo igualmente con Vigo.
La Ría de Vigo es única, un auténtico paraíso. Nuestro reto es convertir a la ciudad en un espejo de nuestra Ría, a su imagen y semejanza. Y esto se consigue con respeto, colaboración, exigencia y generosidad por parte de todos, sobre todo de nosotros los ciudadanos vigueses.
Marcelino López Martínez-Morás. DNI: 36.074.976M