Cuando el que esto escribe era un chaval (allá por los años 60) gustaba de ver los dibujos animados de TVE (la única que había). Aquella fue una época dorada de las producciones norteamericanas de cartoons, según la jerga anglosajona.
Disfrutaba muchísimo con las aventuras del Pájaro Loco (Woody Woodpecker) bajo la producción de Walter Lantz, pero también me reía con Bugs Bunny y su famosa frase: «¿Qué hay de nuevo viejo?». El conejo de la suerte era producido por Warner Brothers y sus Melodías animadas de ayer y hoy (Merrie Melodies).
Pero tampoco me quiero olvidar de ‘los dibujos’ de Hanna-Barbera, que siempre creí que eran dos señoras, pero resultaron ser William Hanna y Joseph Barbera. Aquel estudio producía aventuras de Los Picapiedra, con Pedro Picapiedra y Pablo Mármol, o El oso Yogui, que siempre birlaba la comida a los visitantes del parque de Yellowstone.
El gigante de las productoras de Hollywood, la MGM también realizaba cartoons, entre ellos los famosos Tom y Jerry. Pero el rey de los cortos de animación era Walt Disney, con el ratón Mickey a la cabeza.
Walt Disney (Chicago 1901 – Burbank, 1966) fue un empresario, animador, guionista, actor de voz y productor de cine estadounidense. Siendo muy niño ya demostró interés por el dibujo y en su juventud comenzó a trabajar como ilustrador comercial. En la década de los años 20 se trasladó a California donde fundó el estudio Disney Brothers con su hermano Roy.
El primer éxito de la compañía fue el ratón Mickey Mouse en 1928. En aquella época Walt Disney desarrolló su forma de producir animación gracias a avances como el sonido sincronizado o utilizar el technicolor. De esta manera terminó haciendo largometrajes tan famosos como Blancanieves y los siete enanitos (1937), Pinocho, Fantasía (ambas de 1940), Dumbo (1941) y sobre todo, Bambi (1942). Todos los que tenemos una edad nos acordamos de la película del cervatillo y de lo que llorábamos cuando «un hombre malo» le mataba a su madre. Imposible no acordarse.
Walt Disney en los años 50 comenzó a desarrollar el primero de los parques de atracciones basados en sus personajes, y lo hizo en la localidad de Anaheim, muy cerca de Los Angeles. Hoy en día además de éste, existe otro en el estado de Florida, Walt Disney World en Orlando, pero también en Asia (Tockyo Disney Resort, Hong-Kong Disneyland Resort, Sanghai Disney Resort) y por supuesto en Europa (Disneyland Paris).
Hoy la empresa The Walt Disney Company es el conglomerado de medios de comunicación y entretenimiento estadounidense más grande del mundo. Su actual sede se halla en Burbank, California.
Y ahora cambiando de tercio y hablando de nuestra política local, me tengo que referir al video correspondiente a la inauguración de la segunda fase de las rampas de la Gran Vía. En la grabación se podía ver a nuestro alcalde (y acompañantes) mostrando un Pezseto, que es un gran pez relleno de plantas que según nuestro regidor: «Aún son pequeñas y tienen que crecer».
Pero el gran momento de la inauguración llegó cuando don Abel (y la presidenta Silva) nos enseñaban el estanque virtual bajo el gran pez. Entonces se vio al señor alcalde riéndose mientras intentaba coger (virtualmente) los peces que se movían bajo sus pies. Esos instantes grabados habría que guardarlos para dentro de unos 20 años (cuando Caballero deje el cargo) y queramos saber cómo fue el mandato del «alcalde perpetuo de Vigo».
Ese vídeo muestra como el proyecto, de nuestros representantes, para infantilizar la política va tomando cuerpo. Cuando veo a nuestro amado líder hacer esas gracietas y tratarnos como infantes vuelvo absolutamente a mi niñez. Por eso me gustan tanto los colorines de las citadas rampas, donde ha quedado reflejada toda la gama de color del arco iris. Hace años todos esos colores se utilizaban en los parques infantiles, hoy se ponen en instalaciones para adultos. No quiero pensar en el disgusto de nuestro alcalde cuando Patrimonio le obligó a pintar de ¡gris! los pórticos de la nueva rampa de la calle Carral.
En la capital gala presumen de tener un gran parque de atracciones en honor al ratón Mickey. Pues el recinto francés no es nada al lado del Vigo Abel Park Resort, ¡éste sí que un parque temático!
Y ahora si me perdonan me tengo que acercar al kiosko a comprar un paquete de chicles y una piruleta.