Con la retirada del cartel de la candidata del PP a la Alcaldía de Vigo, recién colocado en la fachada entera de un edificio de Colón, el alcalde no ha hecho honor a su nombre. Ni caballero ni elegante, ni a la altura de un animal político de su nivel. Conociendo su (digámoslo así) raro perder, al regidor le habrá disgustado encontrarse de frente -a la altura de la mismísima farola de Urzaiz- con la cara sonriente de la delegada de la Xunta de Galicia en Vigo, en una enorme pancarta en la que afirma que “En Vigo todo es posible”.
Empezando por supuesto por el hecho de que es posible dar orden de descolgar la lona del inmueble por falta de una autorización municipal que no impidió anunciar antes otras muchas cosas inocuas y sin permiso administrativo alguno. Pero al enemigo ni agua, aunque Caballero menosprecie la capacidad de la líder ‘popular’ de convencer a ‘sus’ miles de followers incondicionales de Vigo. Ni diez días hábiles, ni diez minutos de cortesía administrativa para requerir al anunciante antes de proceder a la ejecución y desmontaje legal de la pancarta. Visto y no visto.
Como si al alcalde le ardiesen los ojos, le quemase la carne y se le revolviesen las entrañas, la reacción ha sido inmediata y desproporcionada, como un impulso, como un acto de defensa personal que protegiese todos y cada uno de los votos que Abel atesora.
Para contradecir una vez más a su oponente y a la Xunta y demostrarle que en realidad no todo es posible y que el que quiere puede, pero no con el alcalde, este arrancó cualquier posibilidad de que los vigueses mirasen a la cara de la candidata a la Alcaldía de la ciudad. Como esos luchadores de MMA que en cuanto tienen a su rival noqueado, tirado en el suelo y sin conocimiento, se arrojan sobre él para fundirlo con la lona.
Como el abusón del patio del colegio al que no le es suficiente con humillarte y quitarte el bocadillo, de paso te da una torta, una patada o el pack paliza completo. Aunque la candidata no parece de las que se deje quitar la merienda sin apretar los puños, el sheriff de la ciudad ha hecho cumplir la ley y no se le puede reprochar en dicho sentido.
Marta Fernández-Tapias no estará sorprendida con la decisión de Caballero que ejemplifica todos los pecados capitales menos uno. La soberbia, él es el p*** amo. La avaricia, los votos nunca son suficientes. La lujuria, el exceso o demasía en algunas cosas. La ira, que habrá sentido al ver en grande a su rival. La gula, pues se lo quiere comer todo políticamente. Y la envidia, un poco sí, aunque sólo sea porque no se le haya ocurrido a él esta vez. Pereza no. Pereza no ha tenido a la hora de actuar y cortar cualquier iniciativa del PP en su feudo, aún abusando un poquito. Qué hiciste, abusadora.