La compañía de transporte urbano Vitrasa se fundó en 1969, después de haberse extinguido el servicio de la compañía Tranvías de Vigo, a las 00.00 horas del 31 de diciembre de 1968, que fue cuando todos los tranvías quedaron guardados -encerrados- en las cocheras de As Travesas, Chapela y Ramallosa. La compañía Tranvías se quedó sin la concesión -por un capricho-, sin embargo, siguió existiendo y actualmente desarrolla otro tipo de actividades empresariales en la ciudad de Vigo.
En aquel tiempo, el Concello, con Rafael J. Portanet Suárez como alcalde, decidió eliminar los tranvías, un sistema de transporte eléctrico, ecológico y que servía como identidad de la ciudad y que constituía un atractivo turístico. Para eliminarlo, sacaron a concurso el transporte público. A tal fin se constituyó la compañía Vitrasa, con la familia Álvarez Arijo, de A Coruña, como uno de los socios más destacados, además de un grupo de empresarios asturianos y alguno alicantino. Fue un tema muy controvertido.
A lo largo de su existencia Vitrasa pasó por varias compañías propietarias, conservando aquello de Viguesa de Transportes Sociedad Anónima, un transporte municipal, pero gestionado por empresas privadas que ni siquiera tenían -ni tienen- nada que ver con la ciudad de Vigo ni tampoco revertían -ni revierten- sus beneficios en ella. En la actualidad, Vitrasa lleva a cabo un servicio necesario e imprescindible y su rentabilidad no debe ser tan baja cuando va pasando de mano en mano.
La plantilla de trabajadores está atravesando una situación complicada y necesita, cuanto menos, el apoyo de la población. Lo lógico sería que también interviniera el propio Concello, concretamente, el alcalde, puesto que se trata de un servicio de transporte municipal y el Concello no debe -ni puede- quedar al margen.
La población de Vigo y todos los usuarios, muchos de ellos del entorno metropolitano que trabajan en la ciudad, están a la espera de que se resuelva la situación. Resulta chocante e incluso absurdo que ahora se esté hablando de prolongar una concesión que debe quedar a la espera de resolver todos los problemas.
¿No sería mucho más lógico que la compañía Vitrasa se transformara en propiedad municipal, aunque hubiera que realizar cambios legales en el pliego de condiciones? Es el momento oportuno para resolver este problema, un problema que, en realidad, es de toda la ciudadanía, de la ciudad de Vigo y de su área de influencia, y no valen argumentos excusables. El Concello tiene que actuar ya.