Cuando esas malas noticias saltan a las portadas, no sólo los mayores sino también los más jóvenes observan las imágenes y atienden al relato de los hechos con total atención, como si fuera un espectáculo cruel que, por desgracia, ya es cotidiano.
Educar a los mayores no es fácil. Muchos hombres siguen teniendo un fondo machista y muchas mujeres también, e incluso muchas mujeres son sus peores enemigas al no aceptar la triste realidad y no denunciar las vejaciones a las que son sometidas en sus casas. Sin embargo, sí existe un método que funciona, pero sus resultados no empezarán a verse hasta que pasen varios años. El método eficaz es la educación en el respeto y en la igualdad desde la edad más temprana, tanto en las casas como en los colegios. Pero las más pequeñas y los más pequeños aprenden lo que ven a su alrededor, en su proximidad, y en ese entorno no siempre reina el buen sentido.
Existen numerosas niñas que entran en la edad de los trece y catorce años que tienen una mentalidad machista, que interpretan que los celos de sus parejas son una demostración de un intenso amor, que las manifestaciones violentas y de posesión —que a esas edades ya las hay— son una prueba de amor. Aunque luego todo esto se transforme en una sensación de incomodidad que luego termina en terror y a veces en tragedia.
El respeto y la igualdad son valores reales que se aprenden o se desvirtúan en casa, en el barrio, en el grupo de amistades…, y también gracias a la televisión y a algunas páginas de internet. Pero la democracia es la libertad, y tampoco se debe prohibir todo porque entonces volveríamos a tiempos pasados —no tan lejanos, por cierto—, aunque sí debe existir una ética profesional de quienes elaboran la publicidad, de quienes escriben los guiones de los programas y de las series de televisión, e incluso de quienes eligen las noticias de las portadas de la prensa y de los noticiarios de televisión y de la radio. Y también de las letras de algunas canciones y de las opiniones y las actitudes de quienes ocupan lugares de gran influencia como artistas y deportistas. Admitamos que lo que más vende es la sangre y la tragedia, pero las noticias deben ser tratadas con enorme responsabilidad, de lo contrario, al hacerlo de un modo banal, se termina provocando la insensibilidad. Por eso estoy convencido de que la educación puede llegar a erradicar cualquier tipo de violencia, o por lo menos minimizarla.