El pasado 24 de abril tuvo lugar una multitudinaria manifestación en la ciudad de Vigo en favor del pueblo palestino, asediado y masacrado por la guerra de Gaza. La manifestación fue convocado por la Comisión Cidadá Pro-Palestina de Vigo y un conjunto de treinta y cuatro colectivos de todo tipo, incluyendo partidos políticos, sindicatos y diversas asociaciones.
La consigna principal era realizar el recorrido en silencio y sin ningún tipo de distintivo salvo algunas banderas palestinas, simplemente una marcha unitaria precedida por un coche provisto de un altavoz a través del que sonaba de modo incesante una inquietante sirena. El recorrido, como es habitual en las manifestaciones viguesas, iba desde el cruce de la Vía Norte con Urzaiz hasta la nueva Porta do Sol, donde se leyó un breve manifiesto.
Una de las curiosidades de esta manifestación fue la ausencia casi masiva de gente joven, puesto que la mayoría de los asistentes superaban sobradamente los treinta o los treinta y cinco años, con un horario que tampoco constituía una disculpa, puesto que la hora de comienzo eran las ocho de la tarde. Se deduce, por lo tanto, que la juventud de hoy en día no está comprometida ni unida frente a ningún problema de índole común.
Por otra parte, y no menos importante, es preciso resaltar que esa manifestación era en favor de Palestina, que es la guerra que más se publicita en las noticias, pero, en mi opinión, esa manifestación también debiera haber incluido otras guerras que siguen existiendo en la actualidad, como es el caso de las interminables y sangrientas guerras de África, la guerra de Ucrania, y las de otros países que ni siguieran tienen la fortuna que se hable de ellos en las noticias, pero en las que también mueren miles de personas inocentes de todas las edades.
Vigo demostró estar con Palestina, por supuesto, pero opino que también debería haber estado con el resto de todas esas guerras que permanecen en el olvido y que resultan igual de injustificables en pleno siglo XXI.