Aún recuerdo, y ya hace años, la primera vez que estuve en Barcelona. Al segundo día me acerqué hasta el barrio de Poblet, en pleno Ensanche barcelonés, para ver la gran obra de Gaudí. Cuando llegabas a unos metros de la famosa construcción ya comenzaba a impresionarte. El verla llena de grúas, de obreros y material de construcción no era óbice para que esta catedral moderna te impactara.
Con la visita del guía me pude enterar que en el proyecto de Gaudí se podían ver sus 18 chapiteles que representaban a los 12 Apóstoles, los cuatro Evangelistas, la Virgen María y Jesucristo, cuya torre era la más alta.
En la misma visita también supe que el arquitecto catalán se inspiró para su diseño en la naturaleza, con todas las formas curvas posibles, así en su interior pude ver multitud de columnas que se ramificaban formando un gran bosque pétreo que se elevaba hasta el infinito.
Vista desde el exterior la Sagrada Familia se asemeja a una catedral gótica 2.0, en cuyo diseño Gaudí investigó y supo evolucionar la construcción clásica para no tener que construir los típicos contrafuertes gracias al diseño de estructuras geométricas. Y todo ello sin contar con las computadoras de hoy que te facilitan mucho los cálculos.
La Sagrada Familia está previsto que se finalice en 2026 coincidiendo con el centenario de la muerte de Gaudí, por lo que habrán pasado 144 años desde su inicio. Hay que recordar aquí que al arquitecto catalán nunca le preocupó el ritmo de construcción, y es que como él decía «mi cliente no tiene prisa».
En Vigo tenemos una construcción, sin acabar, que en pocos años será la admiración de los turistas que nos visiten. Dentro de dos décadas, allá por el 2041, nuestros visitantes, antes de adquirir los billetes para el barco de las Islas Cíes, le dirán al conductor del bus que los lleve a admirar el Estadio Abanca Balaídos, y es que han escuchado que las obras de construcción de la grada de Marcador comenzarán de inmediato. Estas palabras las habría pronunciado el alcalde vigués, ya muy viejecito, Abel Caballero.
Por cierto, últimas noticias al respecto hablan de que el señor Mouriño habría perdido las llaves del campo y el alcalde amenaza con llevar un cerrajero y cambiar las cerraduras del estadio. Yo creo que, en el caso vigués, Gaudí ya habría tirado la toalla.