La burla llevada a cabo contra la ciudad de Vigo eliminándola de la lista que acogerá el próximo Mundial de Fútbol 2030 es intolerable. De no enmendarse el listado actual, obtenido mediante una manipulación descarada y asumida como cierta, toda la ciudad y su área de influencia se verá perjudicada, tanto por la repercusión económica que conlleva esa celebración deportiva, como también por la proyección turística mundial que lleva asociada.
Los argumentos esgrimidos por Rafael Louzán, presidente de la Real Federación Española de Fútbol, no se sostienen de ningún modo, y su comportamiento dista mucho de la auténtica y necesaria objetividad que se supone asociada a los dirigentes deportivos. Esos argumentos también son aplicables a otras ciudades que, en cambio, han sido elegidas como sedes. Una clara discriminación.
De momento, todo hace suponer que Vigo ha quedado fuera del Mundial 2030 por razones ajenas al deporte y a las instalaciones de Balaídos. La justificación más bien parece relacionada con objetivos e intereses que de momento permanecen oscuros. Además, la dimisión de María Tato, responsable del área Internacional de la Real Federación Española de Fútbol, y también una de las responsables del Mundial 2030, no es suficiente. Es preciso reparar el daño a la ciudad de Vigo.
Es necesario y urgente que todos los partidos e instituciones estén unidos en la defensa del nombramiento de Vigo como sede del Mundial 2030, tiene condiciones y méritos demostrables, cuanto más en comparación con otras ciudades que ya han sido designadas. El Concello de Vigo, con el alcalde Abel Caballero al frente, debería promover una manifestación multitudinaria para demostrar la unidad de Vigo y reclamar la necesaria y justa enmienda de este agravio.