Así, Abel Caballero acaba de aprobar una ordenanza para habilitar A Calzoa y A Foz como playa para esparcimiento canino donde los perros pueden “circular libremente y sueltos”.
Hasta ahora ésta era una playa tranquila y fundamentalmente familiar, con viviendas y embarcaciones artesanales. También es utilizada por el colegio y el instituto de la zona para sus salidas educativas, y a ella acuden multitud de ornitólogos para observar aves.
Todo esto es incompatible con la presencia simultánea allí de decenas de perros sueltos y circulando libremente en un espacio tan pequeño. Esta playa es de un extraordinario valor ecológico, pues forma parte del humedal más importante de la ciudad.
Es lugar de cría de especies como el ánade real (podemos verlas seguidas de sus pollos caminando por la playa), lugar de alimentación para multitud de especies con especial protección a nivel europeo y un refugio para las aves migratorias que encuentran en el humedal y la playa una “isla” en la que poder descansar de sus largos viajes.
Los vigueses amantes de la naturaleza lo saben y lo aprecian. De la misma manera que un corazón no funciona sin venas y sin arterias, la playa, la foz y la marisma son partes de un todo, funcionan juntas, y los animales salvajes utilizan esas zonas como un único espacio. Un pequeñísimo espacio que les da la vida.
Podemos observar aves en esta zona durante todo el año (gaviotas patiamarilla, reidora y sombría, charranes, cormoranes, garzas, garcetas, vuelvepiedras, chorlitejos, correlimos, andarríos, ostreros, agujas, zarapitos, martín pescador, fochas, por nombrar algunas de las más habituales) y el pasado mes incluso ha visitado la playa una nutria procedente del río como pudimos leer en vigoe.es el 19 de abril.
Tampoco esto es compatible con la presencia de decenas de perros sueltos andando libres por la zona. En los espacios naturales protegidos no se permiten los perros sueltos, por algo será.
Estas aves son animales salvajes, no pueden ir a los jardines ni a las piscinas de las casas de los amigos, ni a los parques de la ciudad, ni al monte como los perros. Ellas no tienen otro humedal cerca de estas características a donde ir. Esto es algo que entiende cualquier persona con un mínimo de sensibilidad hacia los animales.
No nos confundamos, esta no es una necesidad de los perros: ¿lo que más les apetece es estar en una playa saturada de gente y de otros perros con el calor del verano? ¿Qué pasa? ¿Que los perros de la meseta se deprimen porque en verano no pueden ver el mar? Es una necesidad de sus dueños, pues son ellos los que quieren estar en la playa con su mascota. Y este capricho no puede ser cumplido a costa de todo lo que he expuesto.
¿Por qué tienen más derechos esas personas que las que utilizan habitualmente esa playa en verano? Todo el mundo tiene derecho: los que tienen motos de agua, los que quieren pasear en caballo por la playa, los que quieren jugar partidos de fútbol en la arena, los que quieren hacer surf… Pero las cosas hay que hacerlas con respeto y con lógica.
Mi intención no es hacer entrar en razón al alcalde sobre los valores naturales de este espacio ni de que fomente la educación ambiental. Para lo único que le importa a él el medio ambiente es para que le dé publicidad o votos, como hace con las Islas Cíes.
No pretendo que él escuche a las más de mil firmas recogidas en dos semanas de visitantes de la zona, ni a la asociación de vecinos, ni a los grupos ecologistas, quienes le han pedido que se replantee esta opción. Sería perder el tiempo porque los ojitos del alcalde sólo se iluminan con el número de votos que pueden representar los propietarios de perros.
A lo que apelo es a la legislación, a la razón y a la lógica del resto de vigueses y a que más dueños de perros no participen con el alcalde de su juego populista.
Espero que a Vigo le gusten los perros, le gusten las aves y también le gusten las personas, y que la ciudad apoye a quienes se quedaron solos cuando protestaron por los vertidos de la depuradora, cuando denunciaron la retirada de algas de A Calzoa, cuando solicitaron la protección de la duna. Que apoyen a estas personas para que no se queden solas en la protección de este ecosistema que es de todos los vigueses y porque no les echen de aquella playa que hasta ahora no le importó a nadie más. Que, por una vez, los escuchen.
Ana Padro Comesaña.