En noticia de este diario y con titular: «Vigo recupera una sala de cines con un guiño histórico: renace el Tamberlick», se nos cuenta que el citado nombre vuelve a representar la proyección cinematográfica en nuestra ciudad. Y es que las salas del complejo de la Plaza Eliptica reabrirán con el nombre de Cines Tamberlick. Desde esta tribuna celebramos la buena nueva.
Haciendo un poco de historia diremos que el nombre original de este cine emblemático vigués fue Teatro Circo Tamberlick y más tarde Cine Tamberlick. Estaba situado en la calle Eduardo Iglesias y se inauguró el 11 de octubre de 1882 con la ópera «Poliuto» de Donizetti, y fue interpretada por el famoso tenor italiano Enrico Tamberlick, que dio nombre al teatro.
El diseño del edificio corrió a cargo del arquitecto Domingo Rodríguez Sesmero. Tenía un aforo inicial de 800 localidades, si bien este número aumentaría con reformas posteriores. El proyecto contemplaba un gran ornamento en su fachada pero por falta de medios el resultado final tuvo que ser bastante más sencillo.
Fue la sala que cobijó la primera proyección cinematográfica en nuestra ciudad el día 29 de abril de 1897, y la primera proyección sonora en marzo de 1930 con la película «El loco cantor» interpretada por Al Jolson.
Si acudimos a la obra del arquitecto vigués J.A. Martín Curty, «Cines de Vigo» (Ed. I.E. Vigueses) podremos leer que «el Teatro Tamberlick a lo largo de la primera década del siglo XX se consolida como la sala polivalente de la ciudad». «Pero la sala no abandonó su original vocación circense, así en enero de 1904 se presenta el señor Aragón con su famoso grupo de acróbatas, gimnastas y cómicos. También seguía cultivando su pasado operístico. En enero de 1905 se presentaba la compañía del tenor Julián Biel».
Continúa el autor: «El primero de enero de 1909 la sala programa un espectáculo de autómatas con números como El Caballo de Bronce, El alcalde torero o El audaz don Juan Tenorio. La prensa local anuncia que al final de todos los actos habrá proyecciones cinematográficas. Durante unos cuantos años el Tamberlick, además del cine compartiría escenario con cupletistas, videntes, autómatas, malabaristas o domadores de cacatúas».
El que suscribe conoció el Tamberlick a finales de los años 60 como cine de reestreno. Recuerdo con nitidez la proyección, entre otras, de «La gran evasión» película dirigida por John Sturges en 1963.
El cine Tamberlick fue reformado (y deformado) en 1965 para dar cobijo al nuevo Cine Odeón (II). La demolición final del edificio se produjo en 1991 para construir una promoción inmobiliaria, y según Martín Curty se añadió «una caricaturesca conservación de su fachada. Fue un ejemplo más del desastre urbanístico que reinaba aquellos en nuestra ciudad.