Argentina venció a Francia en los penaltis en la mejor final de la historia. Leo Messi, por fin, ganó la copa del mundo y los argentinos ya le dejan sentarse a la mesa de Diego Armando Maradona.
Este Mundial ha sido un tanto extraño, en invierno y en un país sin ninguna tradición balompédica. Y lo peor es que en su adjudicación han habido intereses oscuros que parece comienzan a aclararse ahora. En definitiva, un torneo que sentimos como una copa mundial un tanto devaluada.
El nivel futbolístico del torneo ha resultado bastante vulgar, si bien la final ha sido grandiosa, apoteósica, inmensa y que nos ha enganchado hasta el último penalti. Parecía que Argentina con el 2-0 ya lo tenía todo encauzado pero el portento Kylian no lo permitió. Por cierto, el segundo gol albiceleste en contraataque se mostrará en todas las academias de fútbol.
En cuanto a la táctica, el argentino Scaloni le comió la tostada al antipático Didier Deschamps, con su centro del campo estajanovista y un Di María perfectamente iluminado mientras estuvo sobre el campo.
Y de Messi, ¿qué podemos decir? Pues que pagó la deuda que le reclamaban sus paisanos de echarse la selección a la espalda y llevarlos hasta la gloria. Leo, no sé si es el mejor de la historia, pero ya puede retirarse a jugar pachangas en Rosario con los suyos con la conciencia bien tranquila.
Así que enhorabuena a todos los argentinos, que al menos por unos días han demostrado ser los mejores del mundo.