Fue al mediodÍa del martes 12 y cogió desprevenida a toda la afición celeste.
Desde A Sede se daba la noticia de la destitución de Rafa Banítez como técnico del primer equipo.
Apenas dos horas después, el club hacía saber que el ocupante del banquillo del primer equipo sería el entrenador del filial, Claudio Giráldez.
Al conocerse la primera noticia, el ambiente pesado y plúmbeo que flotaba sobre la afición, tal cual una boina de contaminación, comenzó a disiparse y unos tímidos rayos de sol comenzaron a brillar.
Con la segunda nueva, las nubes que quedaban desaparecieron por completo y un aire fresco y sanador reinó sobre los seguidores celestes y sobre toda la ciudad.
Dicen quienes la conocen que la presidenta Marián, a diferencia de su padre, sabe escuchar, y el martes 12 lo demostró.
Eran muchas voces, sobre todo de la afición, que pedían, desde hace un tiempo, un relevo en la parte técnica del club.
A mi entender hubo dos detonantes para que la presidenta tomara la decisión.
Por una parte las declaraciones de Benítez después del 4-0 del Bernabeu, desviando las culpas de tres goles a sus jugadores, y por otra la noticia del enfrentamiento del técnico con el arquero Vicente Guaita. Cuando un vestuario se declara en llamas hacen falta extintores … y otro técnico de recambio.
El fichaje de Rafa Benítez en el centenario del club pareció una gran solución, pero se ha demostrado que la apuesta fue fallida.
Es difícil de entender que un entrenador con ese curriculum haya tenido en Vigo tan malos resultados con un juego tan pobre del equipo. Pero más grave que todo ello ha sido la nula autocrítica del madrileño, y el punto de soberbia con el que aderezaba sus declaraciones.
Ahora el señor Benítez ya es historia, y el dueño del banquillo céltico es un entrenador que, para muchos que lo conocen, está llamado a hacer grandes cosas en el RC Celta y en el fútbol español.
No sabemos qué resultados obtendrá en estos diez partidos, pero la ilusión que aporta el porriñés va a suponer un viento a favor que ayudará al equipo a cambiar de cara. Ahora ya no hay motivos para berrinches y toda la plantilla tendrá que empujar con fuerza, ¿verdad, señor Carles Pérez?
Por fin el Celta cuenta con un técnico de la casa, al modo de Imanol Alguacil en la Real Sociedad, y ahora toda la ciudad de Vigo va a apoyar para que el equipo salga de la zona delicada y pueda ocupar posiciones más tranquilas.
Desde esta tribuna estamos convencidos que el éxito acompañará a Claudio Giráldez y a sus colaboradores.
Deseando que esto sea así solamente cabe gritar: «¡¡¡HALA CELTA!!!