El pasado día 6 de junio fue el 80 aniversario del día del desembarco aliado (Operación Overlord) en las playas normandas. Por ese motivo rememoro aquí mi viaje a aquellas tierras.
Fue hace diez años cuando tuve la oportunidad de visitar Normandía. Para los que estamos enamorados de la geografia francesa siempre es un placer visitar el país vecino.
Y eso que era el mes de enero, pleno invierno, y en aquellas latitudes hacía un fresco importante. En las partes más frías del día el termómetro rondaba los cero grados.
El vuelo había sido desde Oporto aterrizando en Beauvais, unos kilómetros al norte de París, y posteriormente por carretera hasta Caen, que es donde tendríamos la base de nuestra estancia.
Cuando recorres alguna zona de Francia por carretera siempre me llama la atención, además del paisaje, lo bien pintadas que están las líneas en el firme, y lo perfectamente rasurada que encontramos la hierba en las cunetas.
La visita a tierras normandas no fue extensa en el tiempo pero sí muy aprovechada. El que esto escribe tenía mucho interés en visitar alguna de las zonas del desembarco, y la primera ya fue la «zona cero», la playa de Omaha (Viervillle sur Mer) y alrededores.
Si Vd, querido lector, tiene la oportunidad de ver la citada playa en marea baja le va a impresionar la inmensa distancia que hay desde la orilla hasta tierra firme, pueden ser unos 300 metros fácilmente.
Yo me imaginaba a los soldados en el momento del desembarco cuando las lanchas Higgins (en honor a su creador) escupían a las tropas en la playa. El equipo de cada soldado pesaba sobre 40kg, así que recorrer, con ese peso a la espalda, esos 300 metros, mientras las ametralladoras alemanas llenaban el ambiente de plomo tuvo que ser una auténtica pesadilla, además de una carnicería por el inmenso número de bajas aliadas que se produjeron.
Desde allí si vamos hacia el este llegaremos a la playa de Arromanches. En ella aún se pueden ver los restos de uno de los «puertos Mulberry», creados para el desembarco de vehículos y material. Se trataba de inmensos cajones de hormigón trasladados desde la costa inglesa a través del Canal, que al llegar a la costa normanda se llenaban de agua, para hundirlos hasta un nivel adecuado y hacer una escollera artificial.
Pero si desde la playa de Omaha vamos hacia el oeste nos encontraremos con un saliente hacia el océano llamado Pointe du Hoc, con un acantilado de 30 metros de altura. Allí los alemanes estaban protegidos por una batería de seis cañones de 155 mm con 25 km de alcance.
Las fuerzas americanas encargadas de inutilizarlos fueron las del 2º Batallón Ranger, eran tropas de élite inspiradas en los comandos británicos, que al final consiguieron tomar la zona. En aquel saliente aún se pueden ver los búnkeres y demás defensas alemanas, así como los inmensos agujeros en la tierra producidos por las proyectiles de la aviación aliada.
Pero lo que más me impresionó de todo lo que vimos fue el cementerio americano de Coleville sur Mer. Son 70 Has en un alto sobre el mar, donde están enterrados más de 9.000 soldados USA, con las tumbas orientadas hacia el oeste, mirando a los Estados Unidos. En cada tumba, sobre la hierba bien cuidada, se puede ver una cruz blanca con los datos de cada soldado. Las miles de cruces están perfectamente alineadas, y entre ellas hay mezcladas algunas estrellas de David por tratarse de americanos de religión judía. El cementerio está coronado por un templete de arquitectura clásica con paredes donde están inscritos los nombres de los allí enterrados.
La visita al cementerio americano te deja impresionado, al ver el gran número de jóvenes norteamericanos que dejaron su vida tan lejos de su país, para defender la libertad y evitarnos que los europeos «disfrutásemos» del régimen hitleriano.
Tampoco quiero olvidarme de los miles de civiles franceses de la región que murieron en aquellas fechas a causa de los bombardeos aliados y de las fuerzas alemanas. Fue un gran sacrificio para Normandía.
Para finalizar le diría a nuestros queridos lectores que si tienen oportunidad no dejen de visitar las zonas normandas del desembarco. Merecen muy mucho la pena.