La tercera forma de sanción más potente y, a menudo más inconsciente, de la que me gustaría hablar es el color. El hombre obtuvo los primeros pigmentos de los materiales minerales y biológicos que tenía a su alcance. Plantas, minerales, moluscos, insectos… todo valía en su deseo de experimentación para plasmar la realidad del colorido mundo que le rodeaba.
Las primeras evidencias del uso cromático se han encontrado hasta el momento en unas cuevas de Twin Rivers en Zambia, datadas en 350.000-400.000 años de antigüedad. Desde la Prehistoria hasta nuestros días el uso del color no ha parado de crecer y durante siglos fueron, incluso, símbolo de jerarquía. Como en la antigua Roma donde los objetos teñidos con el púrpura de Tiro eran símbolo de poder y riqueza. Lejos de los rojos y los azules tradicionales a los que podían acceder los menos pudientes.
Durante siglos, los colores que se podían reproducir estuvieron supeditados a los materiales biológicos o naturales, lo que hacía de ellos una valiosa posesión y fue así hasta que, en los albores de 1700, se descubrió accidentalmente el primer pigmento sintético, el azul Prusia. A partir de ese momento, el desarrollo del color ya no tuvo límites en su producción y en el incremento de la variedad de cartas y tonos. Dejó de ser un artículo de lujo. El ser humano evolucionó exponencialmente y pudo decidir sin medida qué colores quería en su casa, en su ropa, en los objetos que le rodeaban, en su mundo particular… y, aunque a menudo las modas marcaron la tendencia, lo cierto es que se abrió la infinita posibilidad de crear entornos a partir del gusto personal.
La utilización del color es tan importante que los modistos más prestigiosos han diseñado durante décadas sus diseños para momentos de crisis o esplendor económico. En periodos de guerras o entre guerras. Para resaltar una aspecto de nuestra cotidianidad u otro. Pero estamos casi ciegos ante este hecho y no solemos ser conscientes de los efectos que el color produce en nosotros. Aunque sea muy evidente. Por ejemplo, en nuestra sociedad, el negro siempre se ha asociado con el luto. Con el dolor. La oscuridad, que envuelve la tristeza, la hemos vestido durante generaciones de este color. Por eso no es de extrañar que una persona con depresión se refugie continuamente en él. Cuando tiene que salir al exterior, lejos de la protección de su hogar, un depresivo se parapetará -casi con total seguridad- tras el negro. El amarillo, el verde o el rojo son colores impensables para una mente desasosegada. No puede haber luz y el negro es la ausencia total de ella.
El potencial curativo del color ya lo conocía Hipócrates (que usaba ungüentos en diferentes colores) y de él hablaban también Avicena en el año 1000 o Paracelso en el 1500. Fue Newton, en 1666, quien demostró que un haz de luz blanca se podía descomponer en 7 colores. Y desde tiempos inmemoriales ya se trataba la importancia del color de los alimentos para el funcionamiento de unos u otros órganos. Muchos han sido los nombres que han impulsado su evolución. Entre los que se encuentran el mismísimo Carl J. Jung que llegó a relacionar determinados colores con las diferentes etapas de la vida de la persona. Mientras en la medicina ayurvédica su importancia es fundamental, pues los 7 chakas (centros espirituales) principales del ser humano se corresponden con los 7 colores del arco iris en idéntico orden: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo y violeta.
Muchos fueron los pasos dados, aunque la cromoterapia como terapia alternativa -que hoy en día se aplica proyectando rayos de color luminosos y longitudes de onda coloreadas- se empezó a desarrollar y estudiar en detalle en el s.XIX. Como ocurre con todas las terapias alternativas hay más escépticos que seguidores de sus beneficios. Pero lo cierto es que el color nos envuelve miremos donde miremos. Por ello, no estaría de más tener unas pequeñas nociones sobre las conclusiones a los que han llegado quienes los han estudiado durante siglos. Y comprobar en nosotros mismos sus efectos un día cualquiera. O recordar cuál era nuestro color favorito de niños y ver si alguno de los usos terapéuticos que se le atribuye a ese tono se asemeja en algún punto a nuestros estados anímicos o las enfermedades de nuestra infancia.
Aquí os dejo una guía muy, muy elemental que sólo pretende servir para que podáis indagar más si lo deseáis. No están todas la cualidades de cada color. Ni mucho menos. Es sólo un pequeño esbozo.
Gracias por estar ahí
Oro
En cromoterapia es el color más potente en el tratamiento para curar gran variedad de enfermedades. Su efecto es tan fuerte que no todas las personas son capaces de recibir su influencia en periodos prolongados.
Plata
Ayuda a dar perseverancia y a enfrentar y superar problemas del pasado.
Rojo
Estimula la energía en la persona, ayuda a superar pensamientos negativos, incrementa la circulación sanguínea y estimula el hígado y el bazo.
Naranja
Influye en el intelecto, ayuda a superar pérdidas emocionales y problemas de introversión, ayuda a tratar el asma y la artritis.
Amarillo
Estimula el cerebro y la concentración, mejora los reflejos y ayuda en problemas de digestión, estreñimiento o depresión. Ayuda al funcionamiento del páncreas y el hígado.
Verde
Ayuda a crear armonía, optimismo y equilibrio, incrementa las defensas del cuerpo, es efectivo contra el dolor y las lesiones de la piel.
Azul
Actúa en problemas de tiroides, ayuda en estados de estrés, insomnio, miedos, cólicos, baja la presión sanguínea, mejora los problemas bucales y la inflamación de los ojos.
Índigo
Ayuda a mejorar la inteligencia, purificar la sangre, tratar dolencias de otorrinolaringología y mejorar el coraje de la persona.
Violeta
Ayuda en problemas emocionales provocados por la ira o el miedo, ayuda en la fabricación de leucocitos, en la eliminación de toxinas y en el malestar provocado por la ciática.
Turquesa
Ayuda a reforzar el sistema inmunológico, la disminución de los problemas de garganta, pecho y tiroides y se usa en el tratamiento de las infecciones.
Magenta
Ayuda en tratamientos de sinusitis, zumbido de oídos y quistes benignos.
Lavanda
Se utiliza sobre todo para sanciones espirituales y para limpiar el karma de vidas pasadas. Aporta equilibrio.
Blanco
Ayuda a generar paz y a purificar el cuerpo.
Negro
Genera una barrera para esconderse del exterior y aumenta la autoconfianza.
Rosa
Ayuda a pensar positivamente, es el amor no egoísta y ayuda en trastornos de agresividad y ansiedad.